Antonio Casado – Tragicomedia Aznar-Rajoy

MADRID, 14 (OTR/PRESS) Nadie ha expresado mejor que Juan José Millás -en palabra escrita, claro-, la tragicomedia de Rajoy y Aznar. A la vista de una foto. Rajoy aprieta la mano de Aznar mientras este parece morirse de risa.

Explica Millás que no es la risa, como prueba de que sigue sin arrepentirse de nada, sino el dolor, porque Rajoy le está triturando la mano en discreta represalia por las putadas que le hace, lo que está reflejando el rostro congestionado del ex presidente del Gobierno.

No me extraña. Hasta Fraga ha levantado la voz para pedirle silencio y respeto hacia el sucesor.

Oportuna advertencia, pues si es cierto que Rajoy le debe el cetro a Aznar, Aznar se lo debe a Fraga. Pero Fraga no hizo nunca con su delfín lo que su delfín hace ahora con Rajoy: afearle la conducta, por no acatar la que se le dicta. En resumen, moverle la barca.

La última vez que esta mosca pertinaz de bigote afeitado volvía a posarse sobre el pescuezo del líder del PP fue en Navacerrada, el pasado fin de semana, en un acto de la FAES.

En vez de soltar el manotazo, Rajoy se limitó a pedirle por lo bajini algo más de efusión en público por no dar cuartos al pregonero. Y luego, a lo suyo, que consiste en renovar caras y actitudes sin renunciar a los principios y valores clásicos del principal partido a la derecha del espectro político.

También era una forma de responder al ex presidente del Gobierno, cuyo discurso sugiere que el nuevo PP abandona los principios del PP y, además, se muestra sospechosamente amable con el Gobierno Zapatero, por un lado, y con los nacionalistas, por otro.

Aunque no va desencaminado, es una interpretación perversa del golpe de timón del PP hacia un reencuentro con el PSOE en temas de Estado y, tras la espantada de María San Gil, hacia una mayor capacidad de diálogo con el nacionalismo vasco. Se puede rastrear esa nueva política en el discurso de Rajoy en Navacerrada.

Cuando dice que en los próximos meses el partido debe enfrentarse a una realidad política que exigirá «grandeza de miras y sentido de la responsabilidad colectiva».

Y luego:»Reivindicamos la moderación». Todo lo cual está en línea con la doctrina marianista de ayudar al Gobierno a equivocarse «lo menos posible».

Son las claves de un nuevo tiempo político, bastante más apacible que el de la Legislatura anterior, con permiso de la derivada económica. Dicho sea sin olvidar el previsible reencuentro PSOE-PP en política antiterrorista y, como queda dicho, en el tratamiento conjunto del desvarío de Ibarretxe. Por tanto, es para bien el golpe de timón en el PP temido por el señor Aznar.

Antonio Casado.

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