Francisco Muro de Iscar – La sociedad disfrazada

MADRID, 15 (OTR/PRESS) ¿No tienen ustedes la sensación de que nos están tomando el pelo con muchas cosas, de que nos están llevando a un terreno que no es el nuestro, sino el de otros? Especialmente los políticos, pero no sólo ellos.

Podríamos redactar y editar un «Diccionario de términos para tomar el pelo a los ciudadanos y tratar de que no se den cuenta hasta que ya sea demasiado tarde» y tal vez entenderíamos mejor de qué va la jugada.

El líder británicos David Cameron se ha soltado un discurso contra la aparente «neutralidad moral» y la corrección política que está funcionando en la sociedad occidental como una apisonadora.

«Para no herir los sentimientos de los ciudadanos, dice Cameron, para evitar parecer excesivamente críticos… preferimos no entrar en juicios de valor acerca de lo que son comportamientos adecuados o equivocados.

Malo, bueno, correcto, incorrecto, son palabras que nuestro sistema político y nuestro sector público apenas se atreven a utilizar», señala. Y añade:

«nuestras relaciones se rompen, se deshacen nuestros matrimonios, fallamos como padres y con ciudadanos, igual que todos.
Pero si el resultado de todo esto es un silencio cómplice acerca de las cosas que realmente importan, entonces estamos fallando por partida doble. Renunciar al uso de esas palabras -malo, bueno, correcto, impropio-, implica una negación de la responsabilidad personal y una caída en el relativismo moral…
Corremos el riesgo de convertirnos en una sociedad amoral, donde ya nadie diga la verdad acerca de lo que está bien y lo que está mal…».

Se puede decir más alto, pero no más claro. Ese cambio paulatino hacia una sociedad sin moral o amoral no es inocente, sino políticamente intencionado y socialmente asumido, porque es más fácil ser pasivo que comprometerse.

Hemos renunciado a la autoridad moral del profesor, a la responsabilidad como padres, al papel educador de la familia y hemos disfrazado a la sociedad de un halo de permisividad, del todo vale, de la búsqueda del placer por el placer, del «todas las ideas son respetables», del disfrutemos-hoy-sin-pensar-en-el-mañana y nos tragamos todo lo que nos cuentan, sin ningún espíritu crítico.

La eutanasia es «muerte digna y sin dolor»; la crisis, desaceleración; el aborto, «interrupción del embarazo»; existe hasta un «crecimiento negativo»; se puede estudiar «sin esfuerzo»; la disciplina es opresión; y la igualdad prima muchas veces sobre la dignidad de la persona.

Lo disfrazamos todo y hacemos que nos lo creemos. No hay debate sobre las ideas sino sobre los resultados. Es como un carnaval que no se acaba nunca y en el que, aunque seamos nosotros, parecemos otros.

Nos vestimos de lagarterana, nos miramos al espejo y creemos que somos lo que vemos.

La ideología del disfraz frente a la ideología de los valores. Un camino despreocupado hacia ninguna parte. España necesita políticos, filósofos, intelectuales que se atrevan a decir otra palabra.

Francisco Muro de Iscar.

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