Carlos Carnicero – Federico Trillo y la autoría intelectual


MADRID, 19 (OTR/PRESS)

Hay frases huecas de contenido preciso que se acuñan misteriosamente y se instalan en el uso común haciendo sitio a los disparates entre los conceptos respetables.

Así ha ocurrido con la «autoría intelectual» del 11-M. Se supone que quienes utilizan esta formulación pretenden instalar la convicción de que alguien tenía intenciones alternativas a las del simple atentado terrorista: sacar de Moncloa a José María Aznar y poner en su lugar a José Luís Rodríguez Zapatero.

La idea de contubernio secreto siempre tiene seguidores. Del atentado de Nueva York se han escrito verdaderos disparates; incluso que fue obra de los servicios secretos israelíes. La novedad es que el partido de la oposición de un país serio se embarque en estas fabulaciones de la mano de periodistas sin escrúpulos.

Y que no paguen demasiado precio político por ello: pretenden ser honorables después de haber actuado como absolutos irresponsables.

A la vista de lo sucedido en la anterior legislatura, el PP podía haber aprendido la lección de que esos caminos sólo conducen a la oposición. Pero hay querencias difíciles de renunciar.

Algunos se tienen que dar gusto aunque les salpique todavía más la levita. Es el caso de Federico Trillo y es más grave porque es jurista. Si se quisiera a sí mismo precisaría el concepto de autoría intelectual.

Ya se han establecido algunas cosas de difícil discusión. Ben Laden es el gran inspirador de la «guerra al infiel» y quien promueve desde algún lugar secreto (las lejanas montañas a las que hacía alusión Aznar para indicar que «el autor intelectual» estaba más cerca) una red de redes terroristas de gran autonomía y un fanatismo demostrado que les lleva a realizar atentados suicidas.

Lo hicieron en Londres, en Nueva York, en Estambul, en Islamabad y lo harán en todos los lugares que puedan porque la tecnología de estos atentados no es tan complicada.

No se entiende que en casa del ahorcado se siga jugando con la soga; pero es un problema de Mariano Rajoy: no tiene tan fácil recuperar el crédito perdido. Con el 11-M no debiera permitirse ni una broma.

Carlos Carnicero.

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