José Cavero – Visitas deseadas y menos


MADRID, 26 (OTR/PRESS)

En vísperas de que llegara a nuestro país, en visita oficial, el presidente de la República bolivariana de Venezuela Hugo Chávez, y coincidiendo con la visita triunfal efectuada a Berlín, París y Londres por el candidato presidencial estadounidense, Barak Obama, escuchaba a un contertulio comparar ambos viajes, y proclamar: A nosotros nos «toca» privarnos de la visita más agradable y con más futuro, y en cambio, recibir al visitante más «plasta», menos grato y más indeseable…

Era, con bastante probabilidad, una nueva demostración del masoquismo al que estamos acostumbrados: el tertuliano, a renglón seguido, lamentaba la debilidad de nuestras relaciones con los Estados Unidos de América, y en cambio, señalaba la muy escasa aportación que pueden llegar a tener nuestros amigos de «la madre patria», en referencia a los regímenes populistas de países iberoaméricanos…

La realidad ha hecho que las previsiones del colega no se hayan cumplido estrictamente: bien es cierto que nos hubiera gustado recibir a Obama, que de algún modo ha querido complacer o ser complacido por las tres grandes potencias de la Unión Europea, Alemania, Francia y Gran Bretaña.

Pero tampoco deja de ser, hasta el momento, un candidato a la presidencia de los Estados Unidos, que todavía debe superar algunas pruebas más, incluyendo su eventual elección. Parece no haber duda de que, hoy por hoy, Obama es el candidato preferido por los europeos, tras el fiasco que ha significado George W. Bush, y cabe esperar que también lo sea para los norteamericanos…

Como señalaba otro contertulio del mismo grupo, en cierto modo los europeos debiéramos tener derecho al voto en los Estados Unidos de América del Norte, de hecho, convertida en nación líder de Occidente, y cuyas grandes decisiones no suelen resultarnos indiferentes…

Y sin embargo, la incertidumbre que rodeaba el viaje del caudillo venezolano parece que se superó con la buena voluntad y el adecuado ejercicio de la diplomacia entre dos viejos países, y que, por fortuna, quedaron superadas las rencillas y malas interpretaciones de un episodio, el de la cumbre iberoamericana de Chile, que motivaron unos cuantos meses de mal clima.

Finalmente, el «por qué no te callas», además de ser una demostración de la inconveniencia de algunas formas poco cuidadas del jefe del Estado español, ha pasado a engrosar las frases hechas propias de una leyenda de camiseta veraniega…

Precisamente, el Rey Don Juan Carlos tiene esa otra faceta espontánea de salir al trapo y enderezar lo que había torcido. Y la pregunta de «por qué no te callas» del Rey tiene ya la complementaria interrogación de Chávez: «Por qué no nos vamos a la playa…»

Pero de esta doble visita, a Palma y Moncloa, de Hugo Chávez, habrá quedado, además, una formidable promesa y un extraordinario compromiso del mandatario venezolano, que ofreció a Zapatero petróleo a precio estable a cambio de alimentos y tecnología.

El «oro negro» procedería, precisamente, del pozo que recientemente descubría Repsol y del que la empresa española podría llegar a producir doscientos mil barriles al día, equivalentes al consumo total de España.

Chávez explicaba su oferta: pueden tener ustedes petróleo garantizado y a buen precio para los cien años siguientes… ¿Hay quién dé más? Es cierto que Chávez hizo promesas generosas a otros de sus contertulios de esta gira, tanto en Moscú como en Lisboa.

Pero no parece que ninguna con el alcance y dimensiones de la propuesta efectuada al jefe del Gobierno español: petróleo a cambio de alimentos y tecnología por cien años…

José Cavero.

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