MADRID, 28 (OTR/PRESS)
Como si fuese un título de película americana, recordaremos este mes de julio de 2008 que se nos va, para dar paso a un agosto en el que querremos olvidar que viene, inexorablemente, septiembre.
Cuando este lunes escuchaba con un oído las explicaciones de Solbes en el Congreso de los Diputados, mientras con el otro estaba atento a lo que pudiera filtrarse de los encuentros de Zapatero con los portavoces parlamentarios, percibí, de nuevo, las urgencias de cerrar el ciclo en estos días, como si el mundo y los problemas se acabasen para recomenzar al regreso de las vacaciones.
Resulta especialmente perceptible este ansia de hacer el arqueo en alguien como Zapatero, que quiere dejar todo, parece, atado y bien atado antes de irse a Doñana, para no llevarse sorpresas en un otoño que, francamente, no pinta nada bien. Porque ni tiene garantizadas las grandes cifras del Estado, ni que le ayuden a aprobar los Presupuestos.
Ni, en otro ámbito, está seguro de que Ibarretxe no acabe de montar un número desagradable derivado de su frustración por no poder celebrar su consulta secesionista.
Es más: Zapatero sabe, porque se lo ha dicho a más de uno, que este agosto va a ser movido, preludio de un otoño que será caliente en varios frentes, incluyendo, es de temer, el laboral, por mucho que este martes Cándido Méndez y Hidalgo quieran garantizarle la paz sindical.
Pero, en fin, dejando pesimismos -tan poco gratos al optimista antropológico que habita en La Moncloa_al margen, creo que recordaremos, sin nostalgia y sin duda desde mejores perspectivas, este julio de 2008, especialmente esta última semana que se nos va haciendo tan cuesta arriba, inaugurada por el verbo pesado de Solbes en el Parlamento y por la sonrisa presidencial recibiendo, uno a uno, a los portavoces, cada uno con sus exigencias a cuestas.
Así que lo siento mucho por el presidente, tan afanoso, pero esta gran tienda que es el ruedo nacional no se cierra hasta su reapertura en septiembre. Todo sigue abierto… por el calor. Y porque no está el horno para demasiado relajo.
Fernando Jáuregui.
