De Juana y la serpiente de verano


MADRID, 4 (OTR/PRESS)
La salida de la cárcel del sanguinario terrorista José Ignacio de Juana Chaos se ha convertido, como él mismo ha dicho, en un circo mediático que ha rellenado las paginas de los periódicos que más difíciles son de contentar: las de la canícula de agosto, cuando la diáspora hacia la playa deja huérfanas las redacciones de noticias con que contentar a los vecinos que desean seguir contando con emociones fuertes.

Ahora todo son regodearse en el dolor de las víctimas y calentar las bajas pasiones con el hecho inevitable de que el criminal quede libre cuando se extingue su pena.

Se ha explicado hasta la saciedad que la ley tiene que cumplirse en sus justos términos y que las condenas penales quedan extintas con su consecución.

Luego, por más que resulte odioso saber que un sátrapa de esta naturaleza está en libertad, no queda otra que aceptar el principio de que la ley penal no puede ser retroactiva y lamentar que el código penal del franquismo no hubiera sido sustituido con más diligencia para que se le hubieran podido aplicar penas más severas y cumplimiento de condenas sin beneficios penitenciarios y sin acumulación.

La historia tiene la paradoja de que una ley promulgada por el dictador ha resultado favorable para el etarra. Qué le vamos a hacer.

Hay que hacer notar que , a diferencia de cuando el Gobierno atenúo la prisión de De Juana Chaos –gesto político que se interpretó como una debilidad en época de negociación con ETA- , el Partido Popular está manteniendo una actitud bastante responsable con los acontecimientos.

El relevo de las antiguas conductas populistas lo han tomado algunos medios de comunicación y algunos periodistas que conducen a los ciudadanos a un excarcelación, al mismo tiempo que reconocen que no hay mecanismo legal para mantener a este asesino en prisión ni un día más de lo que determina la ley. Este asunto sólo exige dos medidas importantes y consensuadas.

De una parte, la observancia cuidadosa de cualquier conducta delictiva en que pueda incurrir el terrorista en su estadio de libertad y proceder en consecuencia .

Y la segunda, modificar con los mecanismos constitucionales el código penal para que ningún otro asesino de veinticinco personas pueda salir a la calle hasta que cumpla íntegra su condena.

Carlos Carnicero

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