Victoria Lafora – Peculiaridades patrias


MADRID, 6 (OTR/PRESS)

A un día del comienzo de los Juegos Olímpicos, que a falta de fútbol prometen distracción el resto de este agosto abrasador, a la par que un poco de olvido de la feroz crisis que hace subir el paro, los precios y el miedo al futuro, la Audiencia Nacional ha decidido querellarse contra China.

No contra todo los chinos, que son muchísimos, ni contra todo su Gobierno que también es numeroso, sino contra dos ministros, dos generales y tres altos cargos relacionados con el Tibet, por delitos de lesa humanidad.

El juez Santiago Pedraz ha admitido a trámite una querella presentada por el Comité de Apoyo al Tibet, un Fundación privada y un particular. Se refiere a la represión del mes en marzo pasado. Según los querellantes causó mas de doscientos muertos, multitud de heridos y cinco mil detenidos ilegales y desaparecidos.

Respetando plenamente la función de Justicia Universal que ha asumido la Audiencia Nacional, como perseguidora de delitos de lesa humanidad para defender a las victimas de delitos de genocidio que no encuentren protección legal en sus propios países, este caso, como el del genocidio de Ruanda, provocan una reflexión que conduce casi a la melancolía.

La primera parte de la reflexión pasaría por echar un vistazo somero al estado actual de la propia Audiencia: sobrecargada de trabajo, donde las prisiones preventivas se apuran tan al límite que hubo (y todavía se recuerda por el escándalo) un etarra al que se puso en libertad por haber superado el plazo de la preventiva sin ser juzgado. Así como también un conocido narcotraficante al que un retraso en la notificación de la libertad condicional permitió su tranquila huida y eso que tenía peticiones de extradición de medio mundo y hubo…, en fin, para que seguir.

La segunda parte de la reflexión es si a la poderosa China le conmoverá conocer la noticia de la decisión de Pedraz y si sus diplomáticos habrán caído en un estado en pánico y estarán protegiendo a sus altos cargos ante una petición de extradición.

¡Con la cantidad de intereses comerciales e industriales que tenemos y queremos tener con el gigante asiático y su envidiable crecimiento económico en un momento como el actual en el que, ni siquiera el hasta ayer optimista Pedro Solbes, ve una salida al negro panorama que se avecina! Parece pues improbable que la querella tenga algún efecto real sobre las víctimas que tanto sufrieron en marzo pasado en Tibet. Sin duda, si el Gobierno Chino no convierte estos Juegos Olímpicos en la mordaza de la prensa internacional, sus acciones de denuncia van a resultar mucho más eficaces, como lo fue el continuo apagón de la llama en su recorrido por el mundo. También pueden resultar eficacísimas las declaraciones de los atletas, sobre todo si quienes las realizan son los ganadores; así que prepárense a ver medallas y denuncias.

Victoria Lafora

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