Carlos Carnicero – ¿Alguien tiene una receta para China?


MADRID, 9 (OTR/PRESS)

China tiene una población estimada de casi mil quinientos millones de personas. Desigualdades territoriales, un prodigioso crecimiento económico e industrial y unos retos de modernización de sus costumbres y tradiciones milenarias encorsetadas en un sistema comunista que ha buscado en el desarrollo económico su vía de adaptación a un mundo globalizado. Ha priorizado una descentralización y liberalización de los mecanismos económicos sobre su adaptación a un sistema pluralista homologable con las democracias occidentales.

¿Alguien puede pensar que es fácil el camino pacifico de las transformaciones que ha emprendido? ¿Alguien puede aportar una receta automática para que China se equipare política y económicamente a cualquier país occidental desarrollado? Solamente hay un hemisferio en el que es posible aplicar con radicalidad las exigencias de los países occidentales: el terreno del respeto a los derechos humanos.

Ahí, en las garantías jurídicas para los procesos penales, en el respeto a la libertad de pensamiento y opinión, se puede y se tiene que ser exigente, pero dejando siempre un amplio margen para que las autoridades chinas dirijan sus pasos evitando el riesgo de falta de control de las transformaciones o de retroceso a fórmulas del pasado.

Un país de las dimensiones de China no admite experimentos en la velocidad y cadencia de sus mutaciones. El ejemplo de lo que ocurrió en la antigua Unión Soviética debiera ser suficiente para evitar cualquier tentación en la misma dirección.

Rusia es ahora un país autoritario con fórmulas aparentemente democráticas y en donde impera un capitalismo salvaje que tiene sumida en la pobreza a una inmensa parte de su población.

La apertura de los Juegos Olímpicos de Pekín ha sido una extraordinaria demostración de vitalidad del Estado y la sociedad china. Casi nada recordaba en la magnífica ceremonia a un estado autoritario, anquilosado e inflexible. Los Juegos Olímpicos son necesariamente un paso decisivo en la apertura de la sociedad china al exterior y marcarán un punto de inflexión en su camino hacia el cambio.

China está llamada a ser a corto plazo la potencia complementaria de Estados Unidos para el retorno a un mundo multipolar en el que la Unión Europea puede ser el factor de equilibrio para afrontar las grandes transformaciones de la sociedad globalizada para subsistir.

Un nuevo modelo económico alternativo al de puro mercado y consumo, los retos del cambio climático y la transformación de los mecanismos internacionales tanto de intervención en conflictos como de cooperación al desarrollo. De las formas que adopte el gigante chino, en parte dependemos todos.

Carlos Carnicero.

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