Rafael Torres – La hez de la política


MADRID, 11 (OTR/PRESS)

Por Georgia pasa, por lo visto, el nuevo oleoducto que lleva directamente el crudo del Caspio y del Asia Central a Europa (sin pasar por Rusia y, en consecuencia, despojándola del monopolio de su trasiego), y, de otra parte, ésta necesita restablecer o consolidar su hegemonía política y militar sobre el Cáucaso y, en general, sobre esa parte del mundo cuyos pueblos se agavillaron durante décadas, bien que a la fuerza, en la extinta Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.

Eso, y las luchas secesionistas de Osetia del Sur y de Abjazia, recrecidas tras el éxito logrado por Kosovo al desgajarse de Serbia con las bendiciones de Occidente, explican, al parecer, los crímenes contra la humanidad que andan perpetrando unos y otros, los georgianos, los rusos, los osetios y los abjazos, pero lo cierto es que cuando una matanza se explica, cuando el mundo encuentra explicación (antesala de la justificación) a una matanza, lo que no se explica es cómo ese mundo puede seguir en manos de gangsters y de terroristas a quienes la vida de los seres humanos no importa nada.

Mientras los ejércitos más o menos regulares en lucha bombardean barrios, aldeas, ciudades, puertos y fábricas, y practican los progromos étnicos que no hace tanto vimos, espantados, en la ex-Yugoslavia del todos contra todos, la Sociedad de Naciones, la ONU esa que no hace otra cosa que templar gaitas entre los poderosos, expresa su consternación por mero trámite, pues de ella no ha de llegar a la pobre gente del Cáucaso el escudo que la proteja de los proyectiles ni el poderoso brazo que detenga la mano que la degüella. La sarracina se explica, según parece, por razones económicas, estratégicas, políticas e imperiales, pero ni los muertos se explican nada, ni mucho menos los vivos, cual admirablemente expresaron las atletas Salukvadze, georgiana, y Paderina, rusa, bronce y plata respectivamente en Pekín en la especialidad ¡de tiro!, que se abrazaron emocionadas, fraternas, en el podio sobre el que recogieron sus medallas.

Lo único que se entiende, se explique como se explique, es que el mundo está regido por la hez de la política.

Rafael Torres.

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