MADRID, 14 (OTR/PRESS)
Zapatero ha interrumpido sus vacaciones y las de varios de sus colaboradores para acordar y anunciar distintas iniciativas contra el deterioro económico. Aseguran en medios políticos y de la Oposición que las medidas estaban ya anteriormente discutidas y decididas, pero que se ha preferido desde el Gobierno repartirlas en varios bloques o paquetes, para dar la impresión de que el Gobierno se viene dedicando de manera permanente a buscar o idear medidas nuevas con las que afrontar el evidente deterioro económico que está padeciendo ya la situación económica nacional.
Sensación de preocupación, de un lado, y de actividad, por otra parte, para que nadie pueda afirmar que el Gobierno se desentiende de la crisis o que la crisis le es ajena. Todo lo contrario, el Gobierno adopta las medidas convenientes y las más oportunas para salir cuanto antes de esta situación incómoda e indeseable. Y lo hace y lo hará siempre con el acuerdo permanente de los agentes sociales del Diálogo Social, con los que se ha comprometido a pactar cada una de las decisiones que se adopten.
Hay una novedad por encima de las restantes: que el gobierno entiende que serán imprescindibles medidas de austeridad fiscal, que implicarán un recorte del gasto corriente para asumir el aumento de las prestaciones por desempleo y para mantener las inversiones. Y otra novedad menos relevante, por cuanto ha venido siendo anunciada repetidamente por el vicepresidente Solbes, que éste y el que viene serán años complicados, y sólo en 2010 se recuperarán las tasas de crecimiento del tres por ciento. ¿Después de dos años de estancamiento será posible recuperar, de un salto, crecimientos medios del tres por ciento en la riqueza nacional o Producto Interior Bruto? Mucho parece, pero las promesas siempre resultan fáciles de realizar.
Primera cuestión que abren esos anuncios: Solbes se dispone ahora a acometer medidas para reducir el gasto corriente y recortes en gasto público corrientes. Dado que el Gobierno vez a intentar por todos los procedimientos no recurrir al recorte del gasto social ni de las inversiones en obras públicas, ¿por dónde cortará Solbes el capítulo de los gastos del Estado? Se supone que ése habrá de ser el capítulo más difícil y más doloroso, sobre todo por la disposición del Gobierno de seguir inyectando dinero en esos capítulos sociales y de ayuda a las rentas más bajas y para mantener el esfuerzo inversor en prestaciones de desempleo y actividades fundamentales para la actividad económica.
Si se diera alguna oportunidad a los ciudadanos a dar ideas y tomar iniciativas en el recorte del gasto público, se producirían coincidencias y prioridades indiscutibles: menos departamentos ministeriales, menos altos cargos públicos, menos viajes y desplazamientos, menos gastos de representación. Pero en los tres niveles del Estado -Estado, comunidades autónomas y ayuntamientos- y en los entes autónomos, muchos de ellos de eficacia harto dudosa. Otra cosa más: con estos mimbres, el Estado no tiene fácil afrontar la primera asignatura que tiene pendiente para septiembre, la financiación de las Comunidades Autónomas, y cuanto todas ellas, y los ayuntamientos también, confían en recibir más de lo que ahora mismo perciben del Estado.
José Cavero.
