MADRID, 17 (OTR/PRESS)
La Diputación permanente del Congreso deberá decidir en las próximas horas si procede o no que el jefe del Gobierno acuda al Congreso para que se desarrolle una sesión especial dedicada a la Financiación de las Autonomías.
Según el reparto de escaños, hoy por hoy lo previsible es que el Partido Socialista se vea en solitario frente a todos los restantes grupos: al partido que gobierna no le parece que sea la fórmula ni el procedimiento, aunque ya al término del Consejo de Ministros último el jefe del Gobierno anticipó algunas de las líneas de actuación con las que se seguirá esa negociación pendiente, en todo caso, para las próximas semanas, previsiblemente de septiembre.
El deseo de los nacionalistas, particularmente de CiU, es que se anticipe lo más posible ese debate, que determinará lo que suceda, en las semanas siguientes, en la discusión y votación de los presupuestos generales del Estado. Los nacionalistas vienen proclamando que si el reparto de la financiación autonómica les complace, votarán a favor de los presupuestos generales del Estado, y en caso contrario, se opondrán a ellos.
Los planteamientos básicos del Gobierno, expuestos con anterioridad por Solbes y reiterados por Zapatero hace unos días son sencillos: no habrá negociación bilateral con Cataluña, como pretenden los nacionalistas catalanes de CiU o de ERC. Será una negociación en la que intervengan todos los afectados con idéntico rango de interlocutores del Gobierno.
Y en segundo lugar, que nadie se haga la ilusión, como habían planteado los partidos catalanes, de que el Gobierno central dejaría de percibir por debajo de la mitad de los impuestos generales que se generen para que los gobiernos autonómicos puedan disponer de mayores rentas.
No sucederá tal cosa, porque el Gobierno central quiere seguir disponiendo de recursos para afrontar situaciones de desigualdad que no queden contempladas suficientemente por los presupuestos de las Comunidades Autónomas, y que esencialmente se referirán a las necesidades de Salud, Educación y Servicios Sociales. Hay otra tareas a las que el Gobierno quiere tener posibilidad de atender con recursos propios.
Pues bien, al margen de estos acuerdos previos, de los días y semanas siguientes, en materia de financiación autonómica y en materia presupuestaria, hay otros tres capítulos de actuación en los que el Gobierno quisiera tener un cierto consenso de las fuerzas sociales e incluso de las fuerzas políticas.
El primero de ellos es el pacto social ante la crisis. En esta materia, el jefe del Gobierno ha «cedido» desde el primer momento una cierta competencia compartida con los agentes sociales del diálogo social, hasta el punto de haberse comprometido con los referidos agentes a someter a su consideración cada una de las materias que entienda que pueden ayudar a la resolución de la crisis económica.
En las últimas horas, Pedro Solbes planteaba la necesidad de una moderación salarial que, en un momento de tensiones y dificultades empresariales, pudieran empeorar la situación. Serán estas cuestiones, la moderación salarial y el reparto de beneficios, cuestiones que se someterán al debate de los agentes sociales, Patronales y Centrales.
El cuarto de los pactos a completar se llama renovación institucional y parece bastante bien encaminado, aunque aún no resuelto. Parece que en el mes de septiembre será cuando, finalmente, se produzcan las renovaciones del Consejo del poder Judicial y del Tribunal Constitucional, que hace muchos meses debieron ver renovados a una parte importante de sus miembros, y cuya ineficacia hemos comprobado todos.
Y por último, también parece, siquiera de momento, bien encarrilado, el acuerdo contra ETA, aunque aún debiera completarse con la adhesión de los restantes grupos de la cámara al acuerdo de base al que llegaron Zapatero y Rajoy en su encuentro de la Moncloa, en el comienzo de la presente legislatura. Sobre esos cinco puntos, la legislatura resultaría mucho más confortable para el partido gobernante, pero también para los restantes ciudadanos, a menudo preocupados y crispados por las desavenencias partidistas.
José Cavero.
