José Cavero – La tragedia llegó en vacaciones


MADRID, 21 (OTR/PRESS)

Es evidente que la tragedia, y el horror que suele acompañarlas, no tiene fechas preferidas: puede producirse enea en marzo o en agosto. Pero cuando llega, se hace notar por todos los estamentos: El Gobierno como cualquier ciudadano de a pie están conmocionados.

Y si Zapatero se había resistido, por razones políticas, a interrumpir sus vacaciones para venir al Congreso a Madrid, el tráfico suceso de Barajas le ha forzado, a él como a muchos otros dirigentes políticos y miembros del Gobierno, a dejar del lado el descanso veraniego para trasladarse al funeral y a las condolencias por las 153 víctimas mortales del avión MacDonell Douglas, MD-82, de la Compañía Spanair que a todos nos ha vestido de luto.

Cómo pudo haber sucedido tragedia de tales dimensiones será algo que nos irán diciendo los técnicos que han empezado ya a examinar las llamadas «cajas negras» o cintas que recogen tofos los comentarios y todas las actuaciones que los pilotos realizan en cabina en los últimos minutos previos a la tragedia.

De esos testimonios lograremos saber mucho más que de determinados testimonios que hemos podido escuchar en estas últimas horas, sobre conversaciones mantenidas con viajeros fallecidos o con los pocos supervivientes del tristísimo suceso. Pero urge que se descarten algunas cuestiones esenciales, como el mantenimiento del aparato o que reunía todas las condiciones para volar, pese a que ya estaba próximos a la jubilación.

Es sabido que las condiciones de un avión no dependen tanto de su edad como de la conservación y mantenimiento que hayan tenido a lo largo de su vida útil. Un avión de 30 años podrá no disponer de algunos artilugios de los aparatos más modernos, pero puede estar perfectamente al día y en condiciones de volar con seguridad.

Y al contrario, un aparato más moderno, si no sigue las pautas de mantenimiento y se somete a los controles periódicos -la gran parada, o el examen pormenorizado y detalladísimo que se realiza a cada pieza de los aviones-, puede que no sea fiable. Pero todo eso, o cualquier otro elemento relacionado con la seguridad a bordo que falló este miércoles sobre Barajas, deberán señalarlo los análisis de esas famosas cintas negras ya recuperadas y en examen.

A nadie interesa que sea excesivamente larga esa investigación, y por supuesto, mucho menos a los familiares de las víctimas, que presionan desde el primer instante para saber el cómo fue posible, por qué, qué fallo se produjo, de quién fue la culpa o la causa…

Desde luego, la tragedia de Barajas tiene la virtud de quitar de en medio cualquier otro acontecimiento, incluidos los Juegos Olímpicos, algunas de cuyas pruebas se han desarrollado con crespones negros por parte de los deportistas españoles. No hay duda de que a toda la sociedad española, e incluso a los ciudadanos del mundo entero les interesa una tragedia de estas dimensiones.

Entre otras cosas, por la generalización de los transportes aéreos, en todo lugar y en todo tiempo. Nadie está libre, ni siquiera en tiempos de verano, de tragedias de estas dimensiones.

José Cavero.

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