MADRID, 23 (OTR/PRESS)
Zapatero evita las situaciones conflictivas; cuando hay que dar la cara ante un auditorio que se presume destemplado tiene por costumbre endosar el marrón a la vicepresidenta. Ocurrió cuando el incendio de Guadalajara y ha vuelto a pasar ahora, tras la catástrofe del MD 82 de Spanair.
Ha sido María Teresa Fernández de la Vega quien se ha reunido con los familiares de las víctimas acogidos en un hotel de Madrid y quien ha escuchado sus dolidas y ásperas preguntas acerca de las causas del accidente.
Más allá de revisar si Aviación Civil (Ministerio de Fomento) ha cumplido con su cometido, vigilando para que las compañías aéreas que operan en España respeten las normas y protocolos establecidos para garantizar la seguridad de los pasajeros en vuelo, tengo para mí que, en principio, el Gobierno no tiene ninguna responsabilidad en el accidente de Barajas.
Pero es el Gobierno, y como tal, como instancia que ocupa el vértice de la pirámide social, hacia él vuelven sus ojos los ciudadanos en cada ocasión en la que algo colectivo les aflige. «No queremos psicólogos, lo que queremos es que nos expliquen lo que pasó» -decía ,indignado, el familiar de una de las víctimas-.
«Como ciudadano le pido al Gobierno al que hemos votado que nos proteja… ustedes -añadía- tienen que protegernos de tiburones económicos como los bancos o las compañías, como ésta que ha asesinado a los nuestros» -espetaba otro- .
«No quiero políticos a mi alrededor, quiero respuestas a nuestras preguntas» -remataba arrebatado por el dolor y la cólera un padre cuya esposa y dos hijas viajaban en el avión siniestrado-.
Ante una tragedia de semejante magnitud -153 muertos- a nadie se le puede reprochar que, roto por el dolor, explote en éstos o parecidos términos. Aguantar los estallidos de dolor, las intemperancias, incluso la ira, de los allegados de las víctimas, entra dentro del sueldo de los políticos. Sueldo que -a la vista está- algunos se lo ganan con más esfuerzo y temple que otros. Claro que de éstas cosas se habla poco en la televisión.
Fermín Bocos.
