Carlos Carnicero – Dolor, confianza y Estado de Derecho


MADRID, 24 (OTR/PRESS)

Lo que define la confiabilidad de una democracia es su consideración como Estado de Derecho. En síntesis, significa que las conductas tienen consecuencias previstas y que los actos están tutelados y garantizados o perseguidos por la ley sin tener en cuenta cuestiones de oportunidad o de conveniencia.

Cada ciudadano y cada institución sabe las consecuencias de cada acto que realice. En los Estados que no son de Derecho, las cosas no son así y la incertidumbre determina los comportamientos sociales y jurídicos. En un Estado de Derecho la confianza sobre las instituciones no se cuestiona sin argumentos y pruebas convincentes.

Lo que está ocurriendo alrededor del accidente de Barajas debiera ser motivo de reflexión general sobre la salud de nuestra democracia y la consistencia de nuestro Estado de Derecho. Una tragedia de esa magnitud convoca una convulsión múltiple cuyo epicentro es el dolor de las víctimas, de sus familiares y de su entorno.

Es difícil dar recetas para esos comportamientos, pero siempre se pensó que la entereza, la confianza en las instituciones y la paciencia para esperar que quien tiene la responsabilidad de ejercer funciones de investigación cuente con el tiempo suficiente para hacer con fiabilidad su trabajo, eran las normas de comportamiento en un país confiable.

Identificar los cadáveres destrozados de más de ciento cincuenta personas es una labor ardua, compleja y necesariamente lenta. Garantizar que no haya errores es una prioridad sobre la celeridad de los procedimientos. Un accidente aéreo tiene causas muchas veces ocultas y complejas detrás de apariencias que pueden ser sólo coincidencias sin fundamento.

Establecer hipótesis tiene que hacerse con todas las cautelas, pero sobre todo la salvaguarda de los intereses de las víctimas, perpetuar la confianza de que se conocerá la verdad objetiva de los hechos y mantener el crédito de las instituciones.

Verter conjeturas infundadas es un acto irresponsable; calentar las pasiones de las víctimas, una falta de prudencia porque lo que están necesitan es infiltraciones de seguridad que fortalezcan la paciencia para que los plazos de tiempo de cada investigación puedan ser respetados con serenidad.

España tiene su confianza alterada y el «queremos saber» se ha convertido en un grito de subversión sobre la fiabilidad del Estado y de las instituciones. Restablecer un clima de certidumbre de que la Justicia y el resto de los organismos implicados en la investigación harán su trabajo lo mejor y lo más pronto posible, es un ejercicio que debiera empezar hoy mismo para que España sea un país transitable en cada situación de crisis sin que se desborden incontroladamente las pasiones.

Carlos Carnicero.

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