Consuelo Sánchez-Vicente – Tambores y cascabeles


MADRID, 24 (OTR/PRESS)

El pasaje central de la brillante ceremonia de clausura de los juegos de Pekín ha sido una parábola sobre los claroscuros de la vida y la capacidad del ser humano para disfrutar las alegrías y superar la adversidad. La vida es, como nos ha recordado esta ceremonia, tambores y cascabeles. Días en los que parece que nunca volverá amanecer y otros en los que nada parece capaz de apagar el sol.

Las dos cosas. Cuando la desgracia nos golpea con la brutalidad que ha golpeado a las víctimas del JK5022 tendemos a pensar que nunca más volverá a amanecer en nuestras vidas, y durante algún tiempo así es.

Si durante ese tiempo que necesitamos para aceptar la desaparición de un ser querido alguien nos dice que algún día volveremos simplemente a sonreír, nos parece que nos mienten por consolarnos. Una mentira piadosa. Pero el sol siempre vuelve cuando acaba la noche. El amanecer siempre sigue al ocaso. Y la alegría al llanto.

La ansiedad de los familiares de las víctimas del JK5022 está más que justificada, especialmente la de aquellos que aún esperan que terminen los trabajos de identificación para poder enterrar a sus muertos. Como están explicando los psicólogos que les atienden, recuperar físicamente el cadáver del ser querido es indispensable para aceptar que ha muerto y que nunca volverá.

Ante la muerte, necesitamos ver para creer. La tragedia de las madres y abuelas de la Plaza de Mayo argentina y de todos los familiares de los «desaparecidos» de aquella y todas las dictaduras es, justamente, que al no poder llorar sobre la tumba de sus muertos no pueden completar el rito del duelo.

Acompañar a estas familias en su dolor pasa, como también explican los psicólogos, por decirles en todo momento la verdad, y la verdad es, que el trabajo de identificación de los restos que todavía no han sido identificados es necesariamente lento por el mal estado en que se encuentran y no sabemos – ni el Gobierno ni nadie: no lo sabemos – cuando terminará, y que todas las preguntas que se están haciendo y nos estamos haciendo todos sobre este accidente – si el avión estaba en condiciones de volar o si no lo estaba – no tendrán respuesta hasta que terminen las investigaciones del juez y de los expertos.

Si el Gobierno quiere ayudarles, que deje de volverles locos alentando especulaciones marcianas y plazos sin sentido, por favor. Y, por favor: pongamos fin nosotros, los periodistas, al «buitreo» del todo por la audiencia en el que están incurriendo algunos (no todos: otros no).

Consuelo Sánchez-Vicente.

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