MADRID, 26 (OTR/PRESS)
Después de la catástrofe aérea de Barajas, todo son conjeturas, exigencias de esclarecimiento, aclaración de culpabilidades y también reflexiones. Entre estas últimas me parece sumamente interesante esa que se refiere a la necesidad de poner idéntico énfasis en otras situaciones y sucesiones de acontecimientos que ocasionan parecidas desgracias en pérdidas de vidas ajenas, solo que multiplicado por cien, por mil o por cien mil, sin que le demos, ni mucho menos, la importancia y la trascendencia que de forma justa y cabal le damos a sucesos como el de la T-4.
Lo más obvio es referirse a los accidentes de tráfico en carretera o calzada, que en España se lleva anualmente más de tres mil vidas, y que hace años eran muchas más. Pero hay que mencionar otros muchos capítulos.
Las muertes que origina la contaminación en todas sus versiones, no sólo la atmosférica. O el tabaquismo, por mucho que se nos diga que es un fenómeno voluntario de sus protagonistas, pues las consecuencias las sufren también los fumadores pasivos. O la droga, con su correlato del narcotráfico. O los inmigrantes ahogados en el mar.
Sin restar ni un ápice a la trascendencia de lo sucedido en Barajas el pasado 20 de agosto, me parece que lo más decente sería que nos preocupáramos igualmente por esos otros capítulos de la desgracia humana a los que me he referido, y por otros muchos que no hay sitio para mencionar aquí pero que están en la mente de todos.
Y no digamos sobre las muertes ocasionadas por las guerras, las invasiones, los genocidios, un ejemplo es el de hace días en Georgia, o las anteriores y masivas masacres de otros países africanos, asiáticos e incluso europeos, si nos remontamos a las guerras balcánicas de la década de los 90. Hay países africanos en los que los asesinatos se contaron por millones.
Y en los bombardeos y sucesiva guerra de Irak, aunque las estadísticas no se ponen de acuerdo, se ha llegado a hablar de unos 700.000 muertos, que ya son muertos para un conflicto que no ha resuelto nada y que ha turbado la paz mundial durante ya más de cinco años. Contra todo ello hay que rebelarse.
Pedro Calvo Hernando.