Andrés Aberasturi – Algo más que prudencia


MADRID, 29 (OTR/PRESS)

«Vienen tiempos difíciles en los que tendremos que seguir encarando situaciones adversas», ha dicho la vicepresidenta del Gobierno en la rueda posterior al Consejo de Ministros, a la vez que insistía en que el Ejecutivo seguirá trabajando con prudencia para paliar los efectos de la desaceleración. No estoy seguro si usó la palabra «desaceleración» y se sigue en la estupidez semántica de negar la crisis.

Da igual; lo que desespera un poco es que se instalen en el discurso mucho más que en lo hechos. Porque no es verdad que «vengan tiempos difíciles»; esos tiempos hace ya bastante que llegaron y antes, como en el fin del mundo, sonaron todas las trompetas habidas y por haber anunciando lo que se avecinaba: se dijo desde todos los sitios y con todos los datos que los malos tiempos ya habían llegado, pero el Gobierno, ay, miraba hacia otro lado.

Luego llegó el desplome que empezó agrietando los muros de la construcción y mientras todos señalábamos que el derrumbamiento era inminente, el Gobierno, ay, tapaba agujeritos en la fachada con «cementac» de ferretería casera en forma de 400 euros. Entonces el edificio se vino abajo y mientras hasta los niños coreaban que la construcción en España era un dominó que sustentaba todo, el Gobierno, ay, dijo: «tranquilos, iremos recolocando a los parados en otros sectores». Pero ¿a quién acudir?

En cada barrio se cierran cuatro tiendas, los fabricantes de automóviles preparan expedientes de regulación de empleo, y hasta las rebajas de agosto no recuerdan tanta rebaja no en los precios sino en las ventas. Ahora desde la calle se reclaman medidas, decisiones, algo. Y mientras, como goteando, llegan noticias de que España registró el pasado mes la mayor subida del desempleo de todos los países comunitarios hasta situar la tasa en el 11%, de que el empleo en los comercios ha caído por primera vez en una década, de que todos estos datos van unidos al bajo crecimiento registrado por nuestra economía en el segundo trimestre y que el déficit de la balanza por cuenta corriente aumentó un 14,9%.

¿Qué ofrece el Gobierno tras las merecidas vacaciones? Ayer lo dijo también la vicepresidenta: que en los próximos meses hará frente a «las dificultades económicas con realismo y rigor, pero sin derrotismo y pesimismo».

Siempre es un consuelo saber que tenemos un Ejecutivo que no gasta un euro en «valium», pero yo no estoy seguro de que en esto tiempos de cólera económica, la mejor receta sea la prudencia. Nunca está de más tal virtud, pero la prudencia debe ir unida a la valentía y, sobre todo, a ese «realismo y rigor» al que se refiera doña María Teresa. Y eso es lo que más nos mosquea, visto lo visto: ¿de verdad ven los miembros del Gobierno la situación de todos «con realismo y rigor»?

Hasta ahora no ha sido así y los que se atrevían a adelantar de forma realista y rigurosa lo que ya estaba pasando y lo que se avecinaba, eran tachados de antipatriotas. Lo del derrotismo y el pesimismo, me trae absolutamente sin cuidado: que miren la realidad con toda la alegría y el optimismo que quieran, pero que la miren, que ya está bien de paños calientes cuando lo que se necesita tal vez sea un dosis de antibióticos y unas dolorosas inyecciones de vitaminas. Es mejor un pinchazo ahora que terminar en una UVI porque nadie se atrevió a poner la inyección. Pero yo ya no sé si este es un discurso inútil. Por mucha sonrisa que le eches a la cosa, por mucha calma que utilices en los discursos, la realidad se termina imponiendo, pero como ellos siguen hablando de desaceleración cuando ya está metida la marcha atrás… así, claro, no hay forma.

Andrés Aberasturi.

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