MADRID, 31 (OTR/PRESS)
Todos los indicios muestran que el curso político que se inaugura este lunes va a ser, más o menos, como los demás: las mismas declaraciones previas de Zapatero y Rajoy, el mismo tono en las reacciones.
Pero se me hace difícil creer que este verano, que terminó en tragedia y que preludia tantos sobresaltos económicos y políticos, vaya a dar paso a un otoño como los de la anterior legislatura, sin ir más lejos. Tengo para mí que los ciudadanos pedían y piden otra manera de comportarse a la clase política.
Además, a la fuerza ahorcan: ya esta misma semana nos vamos a encontrar con indicadores económicos poco alentadores. El clima político en el País Vasco es muy denso, y también lo es, en el fondo, en Cataluña. Las entrevistas con Zapatero y con Rajoy, que este domingo aparecían en algunos periódicos, no indican, desgraciadamente, que ninguno de ellos venga con propuestas nuevas ni con ganas de ilusionar a los españoles.
Pero ya digo que a ZP, que sigue con sus viejos trucos montañeros de imagen -es joven, está en plena forma, etc- y a Rajoy, el hombre tranquilo que continúa utilizando su tierra natal para reaparecer tras las vacaciones -tampoco ha sido un verano de actividad frenética para él, que se sepa-, la ciudadanía les va a exigir más, mucho más.
Siempre consideré que tanto el presidente del Gobierno como el líder de la oposición son dos personas sensatas, honestas y de buena voluntad. Ninguno de los dos es un genio de la política, pero probablemente ni falta que les hace; tienen defectos y virtudes que les hacen complementarios. A estas alturas del partido, deberían plantearse algunas acciones políticas conjuntas, y pienso que, al final, es lo que harán, sobre todo ante la nueva singladura del barco del PP impuesta hace tres meses por Rajoy.
De acuerdo: no había crisis económica -o sensación de ella- en la anterior Legislatura. Pero había una tensión, una crispación, que ahora no existen, no, al menos, con aquella intensidad. Y de aquella crispación nada positivo ha surgido. Soy de los que piensan que todo contacto entre el jefe del Ejecutivo y el líder de la oposición es positivo: tanto como negativo es que no se encuentren casi nunca y que, cuando lo hacen, sea para tirarse los trastos a la cabeza. Ignoro cuántas veces se han hablado por teléfono ZP y Rajoy en estos últimos días azarosos. Pero apostaría que ambos comparten el deseo de que este curso sea distinto. Y, si ellos verdaderamente lo quieren, lo será.
Fernando Jáuregui.