Fernando Jáuregui – La semana política que empieza – Jugando con las cosas de comer


MADRID, 7 (OTR/PRESS)

La semana que comienza va a estar marcada oficialmente por dos hitos: la culminación de la «renovación» del Consejo del Poder Judicial y el debate sobre política económica en el Parlamento, con la comparecencia estelar de José Luis Rodríguez Zapatero.

Dos temas clave, muy presentes en la conciencia de las gentes, que viven las deficiencias del funcionamiento de nuestra justicia y soportan la mala marcha de un proceso económico que tiene boquetes globales, pero también algunos agujeros nacionales.

No valen ya cuestiones secundarias, maniobras de distracción, ministras y ministros anunciando nuevas legislaciones sobre aborto o sobre eutanasia, por mucho que ambos temas tengan -y tendrán en su momento- importancia: esta semana toca hablar, y resolver, sobre jueces y economía. Casi nada: estamos entrando en las cosas de comer, y con eso ya se sabe que no se juega. O no se debería jugar.

Tengo para mí que lo de la renovación del Consejo, que lleva atrasándose ya casi dos años, va a conllevar más de lo mismo, y que algo semejante ocurrirá con el debate parlamentario sobre economía. En el primer caso, lo que trasciende es que los nombres de los jueces que proponen los partidos para sustituir a los que se marchan siguen respondiendo a unos ciertos criterios de afinidad política, si es que no de obediencia a parámetros políticos partidistas. Es decir, que los socialistas proponen a los «suyos», y los «populares», lo mismo (y los nacionalistas, ídem). ¿Se perderá la oportunidad de hacer un gobierno de los jueces, nada menos que el tercer poder de Montesquieu, independiente del poder Ejecutivo? Mucho me temo que sí.

Y algo semejante por lo que respecta al gran debate económico de la semana: da la impresión de que han prevalecido -como era lógico- los asesores monclovitas que recomiendan a Zapatero que limite al máximo las apreciaciones pesimistas acerca de la marcha de la economía; parecería, en efecto, inconveniente que el presidente fuese el primero en activar los juegos de la crisis. La tesis oficial sigue siendo la de que, a mediados del año próximo, es decir, dentro de diez meses, la mala racha habrá pasado. Y eso es algo que, presumiblemente, repetirá Zapatero el miércoles en su comparecencia parlamentaria, en la que va a ser zarandeado sin piedad por todos los grupos parlamentarios, excepto, por supuesto, el suyo.

Ocurre, sin embargo, que la línea continuista, prudente, conviene ahora menos a Zapatero que a Mariano Rajoy, que solamente tiene que aguardar a que los errores y el desgaste del poder pasen factura a los actuales gobernantes. Yo diría que ZP está en horas algo bajas, con las ideas recortadas. Claro que aún le queda mucha legislatura por delante, pero, hoy por hoy, se advierte -ayer era perceptible en los pasillos del Congreso de los socialistas madrileños, por ejemplo- algo así como una cierta merma en el entusiasmo de las filas del PSOE. Y pienso que esta semana va a notarse, de nuevo, la necesidad de un nuevo impulso desde quien ostenta el máximo poder político. Pero ya digo: estamos abordando las cosas de comer y ya se ve que, llegando a esos terrenos, ZP no quiere alegrías ni experimentos sin gaseosa.

Fernando Jáuregui.

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