Fernando Jáuregui – Un debate que poco podía aportar


MADRID, 10 (OTR/PRESS)

En estas mismas columnas nos habíamos atrevido a pronosticar que algo de esto diría el presidente, y el propio Zapatero lo confirmó en su intervención de este miércoles en el Parlamento para hablar de la situación económica: no hay recetas milagrosas para salir de estos malos momentos (porque ZP sigue sin pronunciar la palabra «crisis»; y sospecho que ya no va a hacerlo).

Así que, como no valen improvisaciones, pocas cosas nuevas se adelantaron en el tan esperado debate en la Cámara Baja: las salidas del túnel dependen más bien de coyunturas externas, y esa idea, pese a todas las acusaciones mutuas, sobrevoló el hemiciclo durante las más de cinco horas de intervenciones de los portavoces, Rajoy incluído.

¿Significa eso que me defraudó el debate? Pues sí y no. Era complicado esperar otra cosa y, sin embargo, me parece que a todos los oradores les faltó calor en sus parlamentos: es como si todos estuviesen resignados a un destino que hace que la crisis tenga una gestión y un desarrollo propios, inalterables. Algo así como «esto es lo que hay; si quieres, lo tomas, y, si no, también».

Eso sí: me sigue pareciendo que la visión de la realidad que muestran el presidente Zapatero y el líder de la oposición, Rajoy, es aparentemente contradictoria, diametralmente opuesta. Para uno, las cosas no van tan, tan mal. El otro, lógicamente en su papel, hace un diagnóstico mucho más desalentador. Zapatero aventura meses duros, pero un futuro finalmente rosado; Rajoy se aferra a que el problema es ZP y casi le dijo al presidente que se marche si no es capaz de cambiar de actitud. Pero me da la impresión de que, en el fondo de la materia, ambos coinciden en mucho más de lo que quieren hacer ver: ahora tocan vacas flacas, y poco puede hacerse para variar el signo de estos tiempos de desventura.

Claro que plantear así las cosas, con tanta impotencia, es duro. ¿Pensaban los oradores en los más de mil trabajadores que presumiblemente se estaban quedando en paro mientras el debate se producía? No lo sé, francamente; quiero creer que sí.

Pero, si yo hubiese sido una de estas personas, no me habría quedado demasiado tranquilo sobre mi porvenir. La clase política, ya lo he dicho -y ellos lo han dicho, pienso que bastante honestamente_ no tiene soluciones definitivas; me parece que la sociedad civil, tampoco.

Y eso era lo absurdo, lo tremendo, del debate que inauguraba el curso parlamentario, pienso que con algo menores expectativas de lo que, unas horas antes, podría haberse pensado: lo que se dijo en el Parlamento carecía de traducción real en la calle. Era como una campana de Gauss, un Estado dentro del Estado, un grito en el desierto. Pero he de decirlo: yo prefiero escuchar esos gritos, seguramente inútiles, al hermético silencio de la impotencia.

Fernando Jáuregui

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