Francisco Muro de Iscar – Pobres con rostro de niño


MADRID, 11 (OTR/PRESS)

Un Informe de la Obra Social de Caixa Catalunya, que viene a coincidir con los datos que maneja Cáritas, indica que la crisis económica agrava aún más la situación de los que menos tienen, y dentro de éstos, a quienes menos debería afectar, a los niños.

Si para Cáritas, un 20 por ciento de la población española vive bajo el umbral de la pobreza -con ingresos por debajo de los 400-500 euros mensuales-, el informe de Caixa Catalunya ofrece un dato aún más duro: «España cuenta con 1,7 millones de niños en situación de pobreza y sin ayudas sociales».

Dicho de otra manera, uno de cada cuatro menores -uno de cada dos si los padres son inmigrantes- vive en España en un hogar pobre, la peor tasa de la OCDE. El noventa por ciento de esos hogares con niños menores de 16 años que viven en la pobreza (habría que decir miseria), no perciben prestaciones familiares o ayudas para los niños. Y, siempre según el informe, sólo un 6 por ciento de ese millón y medio largo de niños en riesgo de pobreza logra salir de ella gracias a las transferencias sociales de las Administraciones públicas.

Ahora que hablamos de la crisis y de garantizar las prestaciones por desempleo, haríamos bien todos, los políticos para unas cosas y los ciudadanos para otras, en mirar hacia todos los frentes que no son el nuestro. La pobreza ya no atenaza sólo a mujeres mayores de 65 años, viudas con pensiones mínimas y gastos imposibles, ancianos, desempleados… Ahora empieza a afectar seriamente a muchos inmigrantes que vinieron atraídos por el efecto llamada de lo bien que se vive en Occidente y que se quedan sin trabajo ni papeles ni prestaciones. Y, sobre todo, a casi dos millones de niños. Niños como sus hijos o mis nietos a los que estamos educando en la exclusión social y no dejándoles un camino de salida hacia la integración.

Para eso debería estar la política. Para atender a esos colectivos de exclusión con fondos públicos, es decir, de los ciudadanos. Se puede cortar de otros sitios, pero no de ahí. Y también juega la solidaridad. En estos tiempos de crisis, algunos se ven obligados a reducir sus aportaciones a ONGs y otras entidades sociales y otros lo hacen porque les parece que si hay que cortar algo, ese es el primer capítulo. No se deben pedir heroicidades, pero es ahora cuando más se necesita la solidaridad. Hay que garantizar la supervivencia de los más débiles.

El presidente del Banco Mundial ha dicho que la duplicación de los precios de los alimentos en los últimos años ha hecho mucho más pobres a cien millones de personas y que ha significado una «pérdida de siete años» en la lucha contra el hambre en el mundo. En el mundo, pero también en España, el derecho a la dignidad y a llenar el estómago debería ser prioritario sobre los demás.

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