Fernando Jáuregui – No te va a gustar – La «nueva» situación en el «nuevo» PP


MADRID, 15 (OTR/PRESS)

La junta directiva nacional del PP se reunía este lunes por primera vez desde que se reanudó el curso político. Un buen momento para hacer un repaso a cómo está la temperatura en el principal partido de la oposición, que se enfrenta, este fin de semana, a un interesante congreso de la organización en Madrid.

Claro que Esperanza Aguirre va a ser la gran triunfadora, este fin de semana, del congreso de Esperanza Aguirre; es decir, del Partido Popular de Madrid, de la misma manera que Francisco Camps lo va a ser del de Valencia. Me parece lo natural, dado que la situación en el PP, desde el punto de vista de la cohesión interna, parece estar bastante pacificada, al menos por ahora y mientras no surjan circunstancias -elecciones gallegas, europeas, autonómicas…- que enerven los ánimos en el interior del partido.

Hoy, pienso, el PP está unido en torno a Mariano Rajoy y su «nuevo» equipo: Cospedal, González Pons, Sáenz de Santamaría… y las cosas poco tienen que ver con cómo estaban en el mes de junio, cuando nadie daba un euro por la supervivencia política de Rajoy. Cierto que hay fogonazos irritados -como unas declaraciones de Aguirre este fin de semana–, pero, básicamente, hay que creer a la secretaria general «popular», María Dolores de Cospedal, cuando dice que el líder y el candidato se llama Mariano Rajoy, exclusivamente.

Así que el reparto del poder interno va a mantenerse incólume, y Aguirre seguirá siendo dueña y señora de la Comunidad de Madrid, con un Alberto Ruiz Gallardón aparentemente pacificado (¿se puede asegurar eso de manera permanente cuando se trata del alcalde de Madrid?). Como Camps mantendrá su feudo valenciano, Núñez Feijoo -pese a todo- el gallego… y Javier Arenas, a quien no falta quien le atribuya un poder mayor que el que orgánicamente le correspondería, el andaluz.

Todo irá bien mientras los «barones» regionales respeten el pacto no escrito de apoyo a un Mariano Rajoy que ha vencido en batallas muy duras -entre otras, las mediáticas–, pero que, en ocasiones, aún parece ceder a la tentación del «dolce far niente» que le achacan incluso sus más próximos. Unos próximos que no olvidan cómo Rajoy no supo, aparentemente, resolver el contencioso recientemente surgido cuando el líder de la UPN Navarra, Miguel Sanz, sugirió que podría apoyar los presupuestos socialistas. Aparentemente, digo, porque Rajoy es una caja de sorpresas y domina los tiempos bastante mejor de lo que podría pensarse. De momento, este lunes llamó a rebato al máximo órgano decisorio entre congresos para proclamar la consigna de «unidad, unidad, unidad».

En todo caso, en el PP cunde la sensación de que con este líder, con estos militantes y con estos mimbres, puede que Rajoy -sí, Rajoy y no otro… u otra- el partido se siente en el sillón principal de La Moncloa en 2012. O antes, quién sabe. Eso quiere decir que no creo en un relevo en la dirección del PP antes de esa fecha, y sí creo, en cambio, que, con el actual desgaste del gobierno, la salida de Zapatero y del PSOE del poder dentro de tres años es ahora algo más probable que hace apenas cuatro meses. Mucho dependerá, claro, de hasta cuándo se extienda la crisis económica, de los efectos y daños que produzca y de cómo vaya reaccionando el actual gobierno ante los avatares que nos aguardan en esta legislatura, de la que aún queda mucha tela que cortar.

Ello significa que lo más seguro es que tanto Esperanza Aguirre como Alberto Ruiz Gallardón, que han sido siempre los más citados, junto a Camps, como los sucesores eventualmente más probables -o, mejor, posibles- de Rajoy, tendrán que conformarse con seguir repartiéndose el feudo madrileño. ¿Lo mantendrán? Seguramente sí, aunque la «batalla de Madrid» ha adquirido perfiles mucho más duros para el PP que en las últimas elecciones municipales y autonómicas.

Lo cierto es que los socialistas de Madrid parecen haber llegado al mismo acuerdo que los «populares»: dejar de pelearse. Pero el nuevo líder del PSM, Tomás Gómez, tiene la desventaja sobre Aguirre de ser mucho menos conocido y bastante menos carismático; además, se enfrenta con el problema de designar -que no elegir- a un candidato para el Ayuntamiento madrileño capaz de batir a Gallardón, que, pese a todo -y «todo» son bastantes cosas-, es un hueso duro de roer. Claro que, en el otro lado, Gómez tiene la ventaja sobre Aguirre de llegar nuevo y fresco, sin haber perdido tantas plumas como la presidenta madrileña en sus enfrentamientos -y los de su equipo más próximo, donde no faltan personajes controvertidos, como el «duro» Ignacio González- internos y externos.

Así están las cosas ante la próxima «batalla de Madrid». El primer episodio fue el reciente congreso del PSM, en el que Tomás Gómez batió sin apelación a sus oponentes. El segundo capítulo, este congreso del PP, celebrado «al maiorem gloriam» de una «Espe» Aguirre que necesitaba oxígeno político tras los episodios ocurridos desde el pasado mes de marzo, cuando algunos, en su entorno, trataron de convencerla de que era ella, y nadie más, la «lideresa» indiscutible. Pero ahí estaba Rajoy, que se negaba, y lo hizo con éxito, a ser sacrificado en el altar de los caídos. Ahora, el abrazo congresual Aguirre-Rajoy despejará buena parte del camino del futuro.

Fernando Jáuregui.

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