Esther Esteban – Más que palabras – El crash y la caja de cartón.


MADRID, 16 (OTR/PRESS)
Siempre me ha llamado la atención esa forma tan peculiar que tienen los americanos para irse al paro y que, estos días, ha sido la foto de portada de todos los periódicos.

Hemos visto a los empleados del gigante caído Lehman Brother salir del despacho en Nueva York, impecablemente vestidos, con traje y corbata y llevando consigo una caja de cartón donde, se supone, que se llevan todas sus pertenencias laborales ¿Cómo podrán recoger su despacho en un caja tan pequeña me pregunto siempre?.

¿Qué se llevarán a parte de las fotos familiares, enseres personales, un puñado de sueños rotos y quebraderos de cabeza?. Esa es la imagen yanqui del despido, la incertidumbre, el desasosiego y el miedo al futuro, pero también es toda una filosofía de pragmatismo, de empezar de nuevo y de cero, sin ataduras del pasado.

Tengo amigos americanos y españoles que por su profesión de periodistas han vivido en EE.UU muchos años y en todos ellos veo una especie de estigma común: un admirable realismo para afrontar los malos tiempos. En una ocasión, tras un cambio de Gobierno a una buena amiga mía la echaron de la emisora pública en la que trabajaba. Simplemente los ganadores de las elecciones , habían tomado la televisión y la radio pública como su botín de guerra y querían repartirlo entre periodistas afines. Cuando me llamó para contarme que se iba al paro y yo le dije eso tan socorrido de que no se preocupara , que siempre que se cierra una puerta queda entreabierta una ventana me dijo sin mas: «bueno, tendré que llamar a la puerta de los perdedores y recordarles algún que otro servicio prestado para que ahora ellos me echen una mano».

A mi me escandalizó muchísimo el argumento porque siempre he pensado- muy equivocadamente lo sé- que un periodista jamás debe de pedir un favor a un político porque los intereses que luego te cobran suelen ser altísimos y rozan el límite sagrado que jamás debe sobrepasarse en mi profesión: la independencia. Al poco tiempo mi amiga -que habia sido corresponsal en Nueva York muchos años- tenia un buen trabajo gracias al apoyo del entonces partido de la oposición. Un día tomándonos un café le recrimine que admitiera tan alegremente y sin complejos que la había ayudado un partido político a lo que ella me respondió sonriendo ¿por qué te escandalizas?.

Estaba en el paro y tengo trabajo. Si no me lo hubieran dado a mi se lo habrían ofrecido a otro. No soy ni menos profesional ni menos independiente y ni los que me echaron ni éstos que me han ayudado tienen la sartén por el mango de mi independencia. Cuando tenga que escribir y que opinar diré de unos u otros lo que liberrimámente me de la gana. Ese es el secreto de mi éxito, que los utilizo como ellos me utilizan a mí, y luego hago de mi capa un sayo.

La conversación concluyó reconociendo que ella tenia un sentido absolutamente pragmático de la vida y su realismo era una herencia , según dijo, de su etapa americana. Mi amiga ha cambiado desde entonces muchas veces de trabajo y aunque vive y trabaja en España cuando se marcha de un despacho siempre lleva sus pertenencias en una pequeña caja de cartón. Nunca me he atrevido a preguntarla el contenido de la caja pero sin duda es la forma que tiene de volver a empezar. Supongo que algo similar les pasará a los yupiies americanos que están viviendo la mayor quiebra financiera de la historia y sintiendo planear el fantasma del de crash de 1929. Ya no resulta exagerado pensar que estamos en la peor crisis financiera que ha sufrido la economía mundial desde ese año y para muchos todo se resume en una pequeña caja de cartón.

Esther Esteban.

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