Fernando Jáuregui – ¿Sobran ministerios?


MADRID, 16 (OTR/PRESS)

El «baile» ya ha empezado. Primero fue Carod Rovira, que pidió la supresión de cuatro ministerios, dice él que innecesarios, en el gobierno central. Ahora, los nacionalistas catalanes y vascos, junto con el Partido Popular, han pedido la eliminación del Departamento de Vivienda, y todo indica que al menos los «populares» exigirán alguna reordenación más en el elenco ministerial.

¿Sobran verdaderamente algunos ministerios? ¿O simplemente sobran algunos ministros? El increíble enfrentamiento entre los titulares de Industria y Ciencia y Tecnología, a cuenta de una representación ante la Agencia Espacial Europea, un contencioso que ha hecho las delicias de algunos medios, muestra, a mi juicio, que el segundo de estos ministerios carece de las suficientes competencias; máxime cuando, de manera algo artificial, a Ciencia, Tecnología, Innovación, y yo qué sé cuántas cosas más en la nomenclatura del tinglado encomendado a la señora Garmendia, le «enchufaron» la política de universidades, desgajándola de manera algo artificial de Educación.

También resultaría verdaderamente complicado justificar que el Departamento de Vivienda tiene ahora, tras la cesión de las competencias, funciones suficientes como para persistir como tal ministerio, y no como una Secretaría de Estado. Y ya no hablemos del Departamento de Igualdad, que debería ser renombrado como el «ministerio contra la violencia de género», combate para el que el organismo ideal acaso sería una fiscalía especializada. No hay sino que ver que sobre los hombros de la ministra Bibiana Aído cayó la tarea de anunciar una nueva e imprecisa ley sobre aborto, cuando el tema sería claramente atribuíble a los ministerios de Sanidad y Justicia.

En resumen, pienso que no fue afortunada la reorganización de la estructura gubernamental emprendida a raíz de la victoria electoral del pasado mes de marzo. Me parece que tampoco se acertó ni en el desdoblamiento de los poderes económicos -Solbes debería haber mantenido plenas competencias sobre Industria-, ni en la multiplicidad de semi-funciones atribuídas al antiguo Ministerio de Agricultura. Una delimitación de tareas y responsabilidades poco clara ha derivado en una cierta parálisis de algunos ministerios, cuando no en «pisotones» de competencias y descoordinaciones.

Acaso el debate presupuestario -o, mejor, la confección de los Presupuestos para 2009- debería ser buen momento para llegar a un cierto consenso acerca de por dónde se podría cortar gasto público en este terreno. Al fin y al cabo, el peor crítico de este estado de cosas ha sido un socialista, el presidente de Castilla-La Mancha, José María Barreda, que suprimió de golpe cuatro consejerías, sin que, aparentemente, se haya producido caos alguno ante este recorte, lo que hizo que más de uno se preguntase si verdaderamente son ahora imprescindibles tantos ministros, consejeros, conselleiros, directores generales, asesores, viceasesores, delegaciones en Bruselas, viajes de Estado, chóferes, escoltas…

Sostenella y no enmendalla en un mal organigrama del Consejo de Ministros o del gabinete presidencial podría ser, precisamente cuando más necesario se hace el máximo y mejor aprovechamiento de recursos, un grave error. No vale con decir que tal vez sobren gastos suntuarios en otros partidos o en tales o cuales comunidades autónomas. Sí, tal vez sobren, seguramente sobran. Pero es el gobierno central quien debe dar el primer ejemplo. Y la verdad es que Zapatero no ha cumplido sus promesas de reducir dispendios. Ahora está a tiempo de hacerlo.

Fernando Jáuregui

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