Carlos Carnicero – Montilla se queda sin espacio.


MADRID, 19 (OTR/PRESS)

La crisis financiera norteamericana paradójicamente va a echar una mano a José Luis Rodríguez Zapatero. No parece razonable que si CiU acerca posiciones al Gobierno en la negociación de los presupuestos -aunque finalmente termine optando por la abstención- haga una guerra total por la financiación autonómica.

Es muy difícil repartir lo que no hay y el método más fácil de igualar económicamente a las autonomías es la escasez. En estos tiempos de crisis, ni siquiera los beneficiarios entenderían una confrontación brutal por el reparto del dinero.

El tema es muy importante desde los parámetros de hacer de la necesidad virtud. Hay un dicho cubano: «lo que sucede, conviene»; no es otra cosa que la inteligencia en la contrariedad para poder sobrevivir. Si cómo consecuencia de la crisis económica se suaviza o se aparca la confrontación con un frente catalán unido, se gana tiempo para una reformulación razonable del estado que convoque un pacto estable sobre la concepción básica de lo que debe ser España.

Algo indispensable en estos tiempos de crisis de la esencia misma de la globalización: los mercados, el liberalismo, ya no son fiables porque sus gestores han demostrado no tener escrúpulos a la hora de engordar los beneficios de las empresas creando instrumentos financieros cuya implosión no ha terminado.

Cómo nadie es capaz de medir la intensidad del terremoto financiero -es posible que haya que inventar nuevas escalas de observación para entender lo que está sucediendo- se hace imprescindible estar unidos. Sólo así se entiende la dislexia del PNV que se tira al monte -comedidamente, es verdad- con el intento de referendo del lehendakari Ibarretxe y al mismo tiempo se ofrece como socio preferente para pactar con el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero.

Quién se ha quedado fuera de juego es José Montilla. El presidente de la Generalitat, de origen andaluz, es posible que no se pueda pasear por las calles de su pueblo cordobés sin recibir rapapolvos identitarios. De momento su tremendismo se ha quedado encapsulado por la crisis. A lo mejor ha sido una salida para el callejón en el que se había metido solito encabezando la manifestación de la rebeldía catalana. Ahora, con tiempo, puede descubrir que considerandose catalán o andaluz, indistintamente, donde sale ganando es siendo español.

Carlos Carnicero.

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