Alfonso Rojo – Camino a la perdición


MADRID, (ABC)

Lo más obsceno fue la cara de satisfacción. La de la vicepresidenta, cuando convocó una rueda de prensa para anunciar festiva que los marineros del Playa de Bakio ya no estaban en manos de los secuestradores.

La del ministro Moratinos, en Buenos Aires, argumentando que traer de vuelta a unos españoles “no tiene precio”.

La del presidente Zapatero, al proclamar orondo, en un “59 segundos” amañado para su lucimiento, que lo que cuenta es que la tripulación del atunero sigue viva.

El argumento es tan obvio y tan tramposo que ni merece la pena discutirlo. Claro que era prioritario rescatar indemnes y traer de vuelta a casa a esos 13 españoles. Por supuesto que la vida humana es el principal bien a proteger. Pero no todo vale.

Sólo faltaba que el Gobierno no hubiera dado apoyo al armador y volcado esfuerzos diplomáticos para garantizar la seguridad de los cautivos, pero calificar de “positivo” el asunto, como hizo Zapatero en TVE, es una ignominia.

Los corsarios abordaron el barco con la aviesa intención de agenciarse unos milloncejos, amenazando con hacer picadillo a sus rehenes. La parte más complicada de su plan, como comprobaron hace tres semanas los asaltantes del “Ponant”, era escapar con el rescate y disfrutarlo.

Por suerte para los seis facinerosos, después de recibir las bolsas repletas de dinero y de repartirse los billetes en cubierta, no hubo nadie que intentara interceptarlos. A diferencia de lo que hizo Sarkozy, nuestro siempre feliz Zapatero no ordenó a los militares españoles hundir las lanchas en que huían. Ni despachó helicópteros para acribillar su guarida. Ni contempló la opción de capturarlos, quitarles la pasta y traérselos maniatados a Madrid.

Si unos atracadores irrumpen en un banco de Madrid y tras amenazar con ejecutar a empleados y clientes, logran que se les entregue una pasta y se les facilite libre paso hasta un paraíso tropical, ningún responsable policial con dos dedos de frente presentaría los hechos como algo “positivo”. Pues igual en Somalia, con el agravante de que se ha mando un luminoso mensaje a los bandidos: “secuestren españoles, que pagan bien y no dan quebraderos de cabeza”.

ALFONSO ROJO

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Autor

Alfonso Rojo

Alfonso Rojo, director de Periodista Digital, abogado y periodista, trabajó como corresponsal de guerra durante más de tres décadas.

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