Francisco Muro de Iscar – Un ministro «normal»


MADRID, 24 (OTR/PRESS)

Normal, como usted y como yo. Se le entiende cuando habla y no busca expresiones raras ni vueltas y vueltas para no decir nada. Es cercano y tiene sentido común, dice cosas que podrían firmar la mayoría de los ciudadanos. Tiene la ventaja de que ha sido alcalde «de pueblo» y ha estado cerca de los problemas.

Es ministro de Trabajo e Inmigración y se llama Celestino Corbacho. Se puede estar o no de acuerdo con él -es más fácil lo primero- pero da la sensación de que es prudente, pero no pacato, está abierto al diálogo y sabe el terreno que pisa.

Cuando no lo sabe, resbala ligeramente o se quita de en medio. Junto con la ministra Garmendia me parece lo más fresco e interesante de este Gobierno en el que la mayoría pasa absolutamente desapercibida.

El martes, en Los Desayunos de Europa Press, dijo cosas interesantes. Por ejemplo, que no hay fijada subida para los funcionarios -aunque se había dicho que era del 3,8 por ciento- y que habrá que negociar mucho para ver de dónde salen los dineros necesarios para casi todo. Que la Seguridad Social goza de excelente salud económica -2,7 cotizantes por cada pensionista-, pero que habrá que considerar excepcionales las jubilaciones anticipadas y revisar y fortalecer, en octubre, el pacto de Toledo para ver qué hacemos con las pensiones en el futuro.

Con las pensiones, con la edad de jubilación, con los servicios públicos de empleo, con la productividad -la baja productividad- de nuestras empresas y con otras muchas cosas.

«¿Les regaña mucho la vicepresidenta?», le preguntó el moderador, y tras una duda leve, soltó un «nooo….», que parecía un «pues sí, a veces», aunque destacó que María Teresa Fernández de la Vega es «exigente, trabajadora, rigurosa, pero exquisita». El ministro, aunque reconoció que tal vez se expresara mal cuando habló de la «contratación cero» en origen, sabe que aquí hay trabajo para bastantes, pero no para todos los que quieren venir y que antes que contratar en origen hay que dar trabajo a los que ya están y no tienen empleo. Cuando le preguntaron por asuntos de política de otras áreas, terció rápido: «bastantes problemas tengo como ministro de Trabajo y de Inmigración como pare meterme en otras cosas…».

No quiere ser un ministro excesivamente regulador. «Yo sería partidario de que cada vez que el Parlamento nacional o los autonómicos aprueben tres leyes, tengan obligatoriamente que derogar una». Como alcalde ha tenido que aplicar las leyes europeas, las nacionales, las autonómicas y hasta las normas municipales. Y sabe que, a veces, son contradictorias cuando no son un obstáculo o, simplemente, sobran. Cuando le preguntaron si era partidario de rebajar los tipos de interés, dijo que era competencia del Banco Central Europeo, pero añadió: «si de mí dependiera…». A este ministro se le entiende y da la sensación de que, aunque no se llegue a acuerdos, se puede hablar con él de casi todo. Incluso echó un capote al presidente de la CEOE. Demasiado.

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