Antonio Casado – Una provocación de Zapatero


MADRID, 29 (OTR/PRESS)

Perfil bajo en la reacción del PP al equívoco emplazamiento de Zapatero respecto a un eventual pacto para capear juntos la crisis económica. Lógico.

Aunque Mariano Rajoy nunca rechazará la invitación del presidente del Gobierno para tratar de asuntos de interés general -nunca la rechazó, y más de un disgusto le costó entre sus propias filas en algunas ocasiones-, es manifiesta la imposibilidad de los dos principales actores de la política nacional lleguen a un acuerdo en este terreno.

La oferta, formulada el domingo pasado por Zapatero durante la clausura del congreso de los socialistas valencianos, es un farol del presidente. Más aún, es una provocación. Y tiene muy poco recorrido como movimiento táctico. Por una razón fundamental: porque un pacto PSOE-PP para afrontar en común las consecuencias de la crisis económica, que siempre favorecería al que está en el poder, dejaría sin discurso al principal partido de la oposición, que parece haber puesto todos los huevos de la contienda política en la misma cesta (la crisis económica, por supuesto).

Por tanto, la foto Zapatero-Rajoy del pacto contra la crisis, en la remotísima posibilidad de que llegase a producirse, achicaría considerablemente el espacio político del líder del PP. Tanto de cara a su propio partido, en orden a la consolidación de su liderazgo, como de cara al exterior, donde se ventila la lucha por la Moncloa y el ejercicio diario de la oposición principal al Gobierno socialista. Todo eso lo sabe Zapatero, cuenta en sus cálculos al formular la invitación de reunirse con Rajoy para tratar de encontrar «puntos de encuentro» y demuestra el carácter provocador del ofrecimiento.

Claro que la foto de un eventual pacto PSOE-PP haría feliz a Zapatero. Y lo normal es que Rajoy acceda a hacerse la foto. Sólo a eso, para tener ocasión de explicar a la opinión pública la diferencia que hay entre quienes buscan fotos y quienes prefieren hablar de contenidos.

El movimiento táctico de Zapatero consiste en colocar a Mariano Rajoy en el dilema de tener que elegir entre el alineamiento con la política económica del Gobierno de la Nación o el mantenimiento de la discrepancia permanente. Porque la variante de un cambio de política de Zapatero, orientado a favorecer el entendimiento con Rajoy, es hoy por hoy impensable. Sobre todo por el capítulo de los gastos sociales, a los que el Gobierno no está dispuesto a renunciar aún en el contexto de unos presupuestos restrictivos como los que el Ejecutivo acaba de enviar al Congreso.

Antonio Casado.

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