MADRID, 29 (OTR/PRESS)
Desde el PNV se dice que lo importante es la unidad interna y así justifican que su presidente Iñigo Urkullu haya hecho de tripas corazón designando de nuevo a Juan José Ibarretxe como candidato a lehendakari.
Aparentemente Iñigo Urkullu e Ibarretxe no están en la misma onda, el primero dicen, es más posibilista y no estaría por la aventura de la convocatoria del referéndum propuesto por Ibarretxe. Sea o no sea cierto, el caso es que Urkullu ha decidido que a pocos meses de las elecciones en el País Vasco podía ser un riesgo cambiar de candidato, amén de que el propio Ibarretxe cuenta con parroquia propia, y así para evitar el conflicto y la quiebra, ha optado por más de lo mismo.
La designación de Ibarretxe supone que si el PNV vuelve a ganar las elecciones en el País Vasco no va a cambiar nada, que es lo peor que puede pasar. Juan José Ibarretxe ha hecho de la obcecación una manera de estar en política y parece importarle poco lo que suceda a su alrededor, es decir aunque ETA mate y cometa atentados el continúa adelante con sus planes. Decir que por higiene democrática al País Vasco le vendría bien un cambio es una obviedad, ya que después de tantos años de gobierno peneuvista la sociedad vasca está atascada en los mismos problemas.
Es evidente que el cambio pasa por el Partido Socialista, aunque parece igual de evidente que éste partido no parece tener todas las papeletas para poder ganar en solitario y por tanto necesitaría el apoyo de otras fuerzas políticas. En realidad la designación de Ibarretxe no es que sea una mala noticia, sino que significa que el PNV no tiene un proyecto ni una alternativa mejor para la sociedad vasca y le está proponiendo más de lo mismo. Una pena.
Julia Navarro
