Charo Zarzalejos – La cocina del encuentro


MADRID, 2 (OTR/PRESS)

Solbes y Montoro ya se han puesto en contacto. Será la próxima semana cuando los equipos económicos de PSOE y PP mantengan, previsiblemente, un primer encuentro que servirá de avanzadilla la aún no fijada reunión entre el Presidente del Gobierno y el líder de la Oposición.

El presidente lo anunció en un mitin. Ante los suyos dijo que llamaría a Rajoy para cambiar impresiones y si es posible llegar a algún acuerdo. Apenas habían pasado unas horas, José Blanco, número dos del PSOE dijo que de acuerdo, nada de nada. Para completar el panorama, en la sesión de control, Zapatero y Rajoy se enredan con el «tú más», argumento manido y estéril cuando en nuestro país la crisis se llama paro; es decir, la crisis no afecta a los grandes banqueros ni a los banqueros. La crisis, la nuestra particular, es especialmente cruel en sus consecuencias y espeluznante en los números. Plantarnos en cuestión de meses en más de dos millones y medio de parados no es cuestión menor.

Da toda la impresión de que el Presidente se siente seguro ante la situación. Cree tener un buen diagnóstico, cuenta con que la operación rescate de Estado Unidos a medio plazo tenga su reflejo en el consumo, no le asusta el déficit y sabe o cree saber que los más vulnerables con él se sienten más seguros que con nadie. Con estos mimbres y la mirada puesta en el segundo semestre del 2009 en el que la situación, al parecer, comenzará a experimentar una tendencia a la mejoría, todo apunta a que la llamada a Rajoy ha sido algo así como una maniobra brusca para a continuación continuar por el camino previamente iniciado. Esta maniobra brusca viene aconsejada por los datos de opinión pública que se manejan en los despachos socialistas: hay más pesimismo, la imagen del Presidente retrocede en valoración y el PP y según que muestras se analicen, roza los talones al PSOE e incluso le supera.

Naturalmente, en Génova son sabedores de todo esto y de algunas cosas más pero también saben que si «el Presidente llama, hay que ir». Y Rajoy irá pero la cita no le urge. Quiere poner cautelas previas, sobre todo para hacer ver que no va a tomar café y para que, llegado el momento del no acuerdo, nadie le pueda tachar de ingenuo.

No cabe duda que un gran acuerdo PSOE-PP daría una enorme tranquilidad al conjunto de los ciudadanos, pero este extremo es algo que corresponde al Gobierno valorar. Es al Gobierno al que le toca decidir si todo, absolutamente todo, lo que propone el PP para hacer frente a la crisis es desechable y es al Gobierno al que le corresponde reflexionar sobre que clases de apoyos le convienen -al Ejecutivo como tal y a España en general- para sacar adelante los presupuestos de 2009.

El encuentro Zapatero-Rajoy va a llevar más «cocina» que ningún otro de los celebrados hasta el momento pero las expectación que el mismo ha suscitado es perfectamente descriptible; es decir, parece descartado acuerdo alguno pero no porque este sea técnicamente imposible, sino porque bajo el argumento de la economía, se habla, se va a hablar de política y las elecciones de Galicia y País Vasco están ahí mismo y el Presidente ya ha hecho su apuesta.

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