José Cavero – El juez jurado y su secretaria


MADRID, 4 (OTR/PRESS)

El Caso Mari Luz acaba de tener un nuevo capítulo que se suma a las peculiaridades irregulares de todo el asunto: un pedófilo condenado por malos tratos y reincidente, pero en la calle, y con posibilidad de insistir en sus crímenes por la dejadez de un juez y de su equipo; un Consejo del Poder Judicial que sólo halla causas leves de sanción en el incumplimiento de la pena de prisión impuesta al delincuente, y finalmente, suspensión de empleo y sueldo por dos años a la secretaria de ese mismo juzgado en el que se «gestionó» el caso de la niña secuestrada y asesinada.

Esta sanción, que a todas luces parece seria y grave, ha sido el resultado de la intervención del ministro Bermejo, frente a la petición del instructor del expediente: Bermejo ha cuadruplicado la sanción que pedía el referido instructor.

No se sabe bien en qué terminará este grave y doloroso asunto, en el que han intervenido de algún modo las fuerzas políticas, una vez que se ha comprobado que ha originado auténtica alarma social por causas bien diversas y coincidentes: Un pedófilo peligroso juzgado repetidamente en varios juzgados y condenado, pero en libertad; un juez a quien investiga la Comisión disciplinaria del Consejo del Poder Judicial, Gobierno de los Jueces, pero a quien sólo se le aprecian faltas leves por su actuación a todas luces irresponsable en la vigilancia del cumplimiento de su propia condena, el recurso del fiscal, que posiblemente retirará por algún tiempo, o definitivamente, al ya muy conocido juez Tirado de sus obligaciones, tras demostrarse que las ha incumplido con resultado de muerte…

La alarma social ante esta clase de conductas, en buena medida alentada y excitada por el ánimo dolorido del padre de la víctima, ha tenido la fortuna de tocar la sensibilidad de muchos responsables públicos, todos coincidentes en la necesidad de reexaminar las penas vigentes a los pedófilos, el funcionamiento de determinados jueces y determinados juzgados, de la Comisión Disciplinaria del Poder Judicial y del Consejo mismo… Se ha producido, en efecto, una cadena de desaciertos, irregularidades, incumplimientos, pero con ese resultado final de la muerte de una niña. Y en esa sociedad madura, en la que no caben actuaciones por razón de venganza ni de tomarse la justicia por la propia mano, en cambio sí cabe la exigencia de responsabilidades. Y en ésas estamos.

Con toda seguridad, la sanción dictada por el ministro de Justicia es tan llamativa y escandalosa como la que antes determinó el ya relevado Consejo del Poder Judicial hacia el juez mismo. Y es seguro que el ministro Bermejo pretendió que el castigo por él determinado viniera a ser una demostración de la severidad con la que se debe actuar en casos escandalosos como el que contemplamos. Bermejo pretende poner su sanción como ejemplo a imitar cuando se revise la que, de momento, ha recaído sobre el juez, y que a todos ha parecido insuficiente, y que deberá ser elevada por los nuevos consejeros del poder Judicial en una primera demostración de su ruptura con el mandato anterior.

José Cavero.

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