Fernando Jáuregui – Los que ganan siempre, con o sin crisis


MADRID, 4 (OTR/PRESS)

Siempre he pensado que hay quienes aprovechan las llamadas crisis económicas, políticas o sociales, para poner el contador a cero, o hasta para hacer su agosto. Existen múltiples ejemplos, tanto de la vida cotidiana como de la gran política, para ilustrar esta sensación de que jamás faltan estraperlistas morales que se lucran, o tratan de hacerlo, cuando llegan las vacas flacas.

Así, «alguien» tendrá que explicar a los consumidores, cuando van a llenar el depósito de sus coches, por qué los precios de las gasolinas no bajan en la misma medida en que lo hacen los precios del barril de petróleo: si el contador se encarece proporcionalmente en cuanto el barril de crudo experimenta la más mínima subida, ¿por qué no ocurre lo mismo cuando el barril, como ahora está ocurriendo, baja?.

Personalmente, confieso que no he obtenido una respuesta clara de la maraña de pseudojustificaciones que he escuchado procedentes de los «expertos».

Y tengo la impresión de que «alguien» tendrá también que explicar suficientemente los recortes de personal que se operan en algunas empresas multinacionales y nacionales, porque la crisis, así en plan genérico, me parece no justifica ciertas movidas que estamos viendo estos días, cierto que en algunos sectores afectados, como el del automóvil, pero también en otros que no lo están tanto. ¿Son realmente imprescindibles tantos despidos, verdaderamente hay que abaratar genéricamente a la empresa, a todas las empresas, la posibilidad de echar a la calle a sus trabajadores?

Ni la crisis sirve tampoco, pienso, para respaldar algunos alarmismos interesados. Ni ciertas posiciones políticas, que buscan socavar al gobierno o/y debilitar las posiciones más templadas en la oposición. Confieso que me ha sorprendido que el portavoz económico del PP, Cristóbal Montoro, hombre habitualmente mesurado, sugiriese movilizaciones callejeras para protestar contra la actuación del Ejecutivo en esta coyuntura económica. Las manifestaciones callejeras que los más exaltados predican ahora -y Montoro, desde luego, no figura habitualmente entre esos exaltados- me parecen una iniciativa peligrosa. Como peligrosas son algunas exageraciones catastrofistas que pueden llevar a gentes poco informadas a adoptar medidas absurdas -y perjudiciales para ellas- respecto de sus ahorros bancarios.

La última muestra de oportunismo, no sé si gratuíto, ha sido la marcha atrás en la Cámara de Representantes norteamericana respecto del «plan Bush» para paliar la crisis económica. Ahora, una semana después de tumbarlo, sí aceptaron el plan muchos de los disidentes de antaño. Se han asustado al ver que su «machada» era mal comprendida (o bien) por sus electores. Era la suya, en resumen, una posición en mi opinión meramente interesada y electoralista, tratando de vender a sus votantes que ellos, sus representantes en la circunscripción, practicaban una sana rebeldía frente a las órdenes «de arriba» en sus partidos (gracias a los cuales, por cierto, fueron elegidos para el escaño). De la firmeza de las convicciones de esos díscolos hemos tenido una prueba este viernes, cuando bastantes de ellos mudaron súbitamente de opinión y de voto.

¿Quién gana horadando -que no es lo mismo que criticando- el sistema? ¿Existen acaso alternativas? Pues, si no las hay -y ahora no las hay-, apueste usted por que, más pronto que tarde, saldremos de la crisis, les guste o no a los del río revuelto. Saldremos porque, simplemente, no queda otro remedio.

Fernando Jáuregui.

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