Victoria Lafora – El estornudo americano


MADRID, 4 (OTR/PRESS)
Por fin la Cámara de Representantes de Estados Unidos aprobó el viernes, in extremis, el plan de rescate de setecientos mil millones de dólares con el que se pretende dar una tregua a la crisis financiera.

Ya era hora. Primero ellos estornudaron y a nosotros nos contagiaron la gripe. Y de su neumonía actual todavía no somos capaces de adivinar qué virus letal acabará llegando en forma de fondos contaminados.

De momento, la peor y mayor factura, la verdaderamente grave, no la están pagando en nuestro país las entidades financieras; porque el riesgo que se atisba para ellas, a causa de la morosidad, será un descenso, más o menos importante, en sus saneadas cuentas de beneficios.

La cara realmente amarga de esta crisis es el paro que ya no afecta sólo al sector de la construcción sino que avanza imparable al de la industria y los servicios. Cada mes el número de desempleados se incrementa con respecto al anterior. SEAT hace un ERE en sus fábricas de la Zona Franca y Martorell de Barcelona y reduce sus plantillas en 4700 trabajadores; lo mismo hace la multinacional de neumáticos Bridgestone que mandará a casa a dos mil ochocientos empleados entre noviembre y diciembre. Y esta bola de nieve no tiene visos de abandonar su rodadura. Porque la crisis, la que nos viene del Imperio y la nuestra propia, la estructural, requeriría de soluciones que no parecen, de momento, estar en manos de nadie.

Y mientras el Gobierno toma medidas cuyo objetivo y alcance no termina de explicar a los ciudadanos, la oposición hace bandera del derrotismo -como siempre- pensando sólo en sus réditos políticos y muy poco o nada en la gente por la que dice estar preocupada. Mala cosa. Utilizar el cuando peor mejor, ahora con la crisis económica, antes con ETA, con el 11 M o con el «se rompe España», no ha demostrado ser la mejor estrategia electoral. Sobre todo porque en las crisis económicas el pánico es un factor determinante, y atizarlo sólo consigue agudizarlas aun más. Y al final la gente se da cuenta de la responsabilidad de cada uno y actúa en consecuencia.

Y así las cosas, la próxima reunión entre Zapatero y Rajoy, para hablar «seriamente» del tema, tiene muy pocos visos de ser realmente seria y constructiva. Si no se apean de sus respectivos burros -el uno de su convicción de que ganaremos a Francia en renta per cápita y el otro de su vocación por abaratar el despido en momentos como este, terminaremos como han terminado siempre estas reuniones, en un diálogo de sordos por no decir de besugos. Victoria Lafora.

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