Charo Zarzalejos – La incertidumbre


MADRID, 9 (OTR/PRESS)

Abruma leer los periódicos y las cifras que a nivel mundial se están manejando provocan auténtico vértigo. La crisis ha estallado de manera incontrolada de manera que ni los más expertos se atreven a establecer futuribles. Se inyectan miles de millones y las bolsas no se fían. Se anuncian medidas que en teoría van destinadas a suavizar el impacto de esta hecatombe y la gente tiene miedo.

A nivel individual cada cual en su casa teme por su pequeña economía. Agobia a muchos como llegar a fin de mes, como hacer que la hipoteca no desbarate aún más la economía familiar y por primera vez en muchos años el futuro, por incierto, genera preocupación. Y es que hasta hace bien poco países e individuos hemos actuado sin respeto por el futuro. Las entidades bancarias lo supieron antes que nadie, de ahí que ofrecieran créditos de cantidades pequeñas para las vacaciones o la Comunión de los niños. Y había mercado, claro que lo había. Se conseguía el dinero, se salía del apuro o se daba gusto al cuerpo y luego Dios dirá porque el futuro no asustaba y mientras llegaba vivíamos por encima de nuestras posibilidades reales.

Eso se ha acabado. Y se ha acabado porque hasta los gigantes caen como un castillo de naipes, porque los fuertes se han vuelto vulnerables y porque lo que parecía definitivo y seguro ahora se nos aparece como como un puzle con trampa.

Si difícil es gestionar la economía, sobre todo cuando va mal, tan complejo o más es gestionar el estado de ánimo colectivo, sobre todo cuando este es de incertidumbre. Y la incertidumbre no es tanto sobre la hecatombe en la que navegamos sino porque nadie se atreve a aventurar que viene después, que orden económico va a resultar de este desastre, que modelo de crecimiento y de gasto nos va a quedar después de la apisonadora. ¿Qué habrá después de esta cortina negra?

El corto y medio plazo se nos presenta duro. Al Presidente no le ha gustado que el FMI pronostique para España -también para Irlanda e Italia- una próxima recesión y un alza importante en el índice de paro, pero no hay un solo argumento para poder rebatir esos pronósticos. Todo apunta a que así será cuando desde el ministerio de Trabajo se ha anunciado la prohibición de contratar en el extranjero para cubrir determinados puestos de trabajo. Hasta ahora eran cubiertos por inmigrantes. Ahora los necesitan los que ya están en España y los propios españoles.

Con la incertidumbre en el ánimo colectivo se navegara por la hecatombe de la que saldrán primadas las marcas blancas, los juegos de azar y aquellos que sepan poner imaginación para sortear estos tiempos de crisis y para que no se adueñe de todos nosotros el desconcierto que produce preguntar que hay detrás de la cortina y nadie nos ofrezca respuesta porque ni los expertos la tienen. Quizás sea pecar de exageración, pero es muy posible que esta crisis mundial sea el final de una etapa, de un ciclo, de un siglo, de una manera de entender la vida y la sociedad. Conocemos las dudas pero no hay respuestas y a eso se llama incertidumbre. O miedo, como quieran.

Charo Zarzalejos.

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