Fernando Jáuregui – La semana política que empieza – ¿Más días para el llanto?


MADRID, 12 (OTR/PRESS)
Quisiera, pero no estoy seguro de poder hacerlo, mostrarme optimista ante la semana cuya travesía iniciamos.

Los especialistas -que, como el resto de los mortales, tanto se están equivocando- dicen que lo lógico, tras la unidad que están mostrando los dirigentes políticos de todo el mundo en el diagnóstico y en las posibles soluciones a la crisis, es que esta semana que comienza el desplome se detenga, las bolsas comiencen a subir algo y la confianza ciudadana inicie una escalada hasta donde quepa.

Claro está que me limito a transcribir las sensaciones que me provocan algunas conversaciones con esos expertos que, con patente humor, no hacen sino recordar la frase de Galbraith: «un economista es alguien capaz de explicar de manera brillante por qué erró en sus predicciones».

A saber por dónde saldrá el sol en esta semana que comienza, llena de aprensiones, pero también, inevitablemente, de esperanzas. Estuve, como muchos colegas, en la recepción del Rey a distintos estamentos sociales el día de la fiesta nacional, este domingo. Allí se palpaban las tensiones, pero no faltaban ni la aceptación de las cosas como son ni la esperanza en que las cosas vuelvan a ser como eran en un plazo razonable de tiempo.

Pero es cierto que esta semana se inicia con cautelas, con un pesimismo matizado y con un optimismo más matizado aún. La «cumbre» de los dirigentes europeos en busca de medidas drásticas creo que ha conseguido, al menos, que cunda la sensación de que la clase política dirigente funciona como un todo, al menos en una Europa que es reflejo de lo que está ocurriendo en los Estados Unidos. Lo único que cabe preguntarse es si esa clase política está a la altura -o bajura- de las circunstancias.

Puede que a corto plazo se encuentren soluciones; así dicen esperarlo quienes tienen que arbitrarlas. A mí me da la impresión de que todos utilizan conceptos generales, vagos, acaso porque no han encontrado ni siquiera explicaciones coherentes a lo que está ocurriendo, y ellos son los primeros que aguardan con aprensión y desconocimiento lo que pueda depararnos el destino en esta nueva semana de ignorancia ante lo que puedan depararnos los mercados financieros.

A mí, personalmente, que apenas soy un paciente más de la situación económica, confieso que me preocupan algunos atisbos de la ignorancia que aqueja a nuestros responsables de la cosa pública, que tanto que ver tienen en lo que les ocurra a nuestros bolsillos. Que el jefe de un gobierno como el de España desconozca, por ejemplo, las competencias del Banco Central Europeo, al que se atribuye la capacidad de fijar el Euríbor, es algo que resulta alarmante. Me pregunto, y obviamente no me refiero solamente al caso español: ¿estamos en buenas manos?

Fernando Jáuregui.

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