MADRID, 13 (OTR/PRESS)
Triste que sea tanta, tanta, noticia una reunión entre el jefe del gobierno y el líder de la oposición como la anunciada para la tarde de este martes.
Claro que Spain is different, y aquí somos capaces de organizar un tremendo terremoto por una bobada sobre un desfile, dicha por un político a micrófono cerrado, y dejamos pasar que otro muestre patentemente que ni siquiera sabe bien qué es el Euríbor.
Es la pasión por la minucia, por la anécdota, que nos hace diferentes a otros pueblos. Quizá por eso, porque somos diferentes, miramos con la pasividad que nos caracteriza cuanto ocurre a nuestro alrededor, incluyendo eso, que Zapatero y Rajoy pasen meses sin hablar, con la que está cayendo.
La misma pasividad con la que, sin duda, seremos capaces de aceptar una nueva escenificación de la controversia entre ellos después de que, en la tarde de este martes, ¡al fin! se encuentren sin haber llegado -ojala me equivoque_a acuerdo alguno. Cuando cualquier encuesta que usted consulte al respecto indica que una abrumadora mayoría de españoles, que son los que pagan las cuentas, los impuestos y los platos rotos, pide un consenso entre gobierno y oposición en lo que se refiere a hacer frente a la crisis económica, y no sólo a eso.
Escucharemos muy atentamente lo que Zapatero y Rajoy tienen que decir en la tarde de este martes, y valoraremos -repito: cuánto me gustaría equivocarme_cuál de los dos muestra una menor voluntad de concordia. Porque no podemos permitirnos el lujo, simplemente no podemos, de seguir con más de lo mismo, con el «y tú más», con las acusaciones mutuas de sal gorda y tantas veces sin fundamento suficiente.
Una actitud, la de ambas partes, por la que en algún momento los españoles les pasarán factura, si se mantienen en las mismas. Pero ya digo que Zapatero y Rajoy son dos políticos cuya sensatez se les supone, como el valor a los soldados. Este martes de esperanza tienen la ocasión de demostrarlo.
Fernando Jáuregui.
