Agustín Jiménez – Resta y sigue


MADRID, 14 (OTR/PRESS)

Estados Unidos ha sacado a Corea de la lista negra de representantes oficiales del mal. El diablo estos días anda suelto en los corrillos de las bolsas, sobre las alfombras de los altos consejos de administración que no administran nada. Otro maligno oficial, austriaco él, se mató a 140 Km por una carretera de 70.

En su momento, Haider supuso una pesadilla para los muy democráticos estados europeos cuando entró en el gobierno coaligado con otros notorios políticos que ahí siguen.

Con enorme decisión, un comité de sabios de buena conducta despachado a Viena decidió no tomar medidas. Haider era muy atractivo, pese a los horribles loden de cochero que tanto gustan en aquellas montañas. Deja familia en su tierra y primos importantes en la vecina Suiza que continuarán su obra. De Corea estamos menos informados pero los norteamericanos siempre obran con sólidas razones.

Todos, sin embargo, cometemos errores. La prensa checofrancesa debate si Kundera denunció/no denunció a un joven para congraciarse con los comunistas. La prensa noruega trae un chat con un autor muy conocido en aquella casa que, de poder, hubiera condenado a muerte al gran Knut Hamsun por colaborar un poco con los nazis (la quinta de los padres de Haider). La prensa de Estonia nos entera de que los maestros de escuela de allí no saben estonio. La prensa americana nos descubre que Alan Greenspan, el todopoderoso antiguo director de tantas cosas económicas, era un pardillo que ha contribuido muchísimo al descontrol de los productos derivados. La prensa española narra un desliz de Rajoy. Los desfiles militares le parecen un coñazo. Como a todo el mundo. Si no supiéramos otras cosas de él, nos caería simpático. La reacción socialista al gatillazo ha sido tan ridícula como los diarios aspavientos de Cristóbal Montero, opositor sobrevenido. Este señor fue un ministro correcto y competente. ¿Qué le ha pasado?

La Bolsa ha sufrido el mayor desplome de la historia y disfrutado de la mayor alza de su historia. Queda confirmado 1: que los economistas no tienen ni idea; 2: que la superstición y las cuentas de la vieja manejan el curso del mundo. Salen unos ministros de economía sacando pecho y, donde había crisis, y sin que le crezca el dinero en el bolsillo, la gente ve un motivo de esperanza. No es de extrañar que pululen hoy tantos predicadores y se renueven las religiones histéricas. Hemos vuelto al infantilismo más absoluto. Nos tragamos cualquier cosa.

Los directivos de las entidades nacionalizadas, AIG o Fortis, sabían que la situación no era tan mala. El otro día, en Las Vegas y en Mónaco, se gastaron en comilonas y devaneos un pellizco importante de los fondos que les han regalado los contribuyentes. En Bélgica, una asociación de pequeños accionistas ha interpuesto una demanda contra el primer ministro por discriminación ilegal. Pero lo más normal es el pelotón de economistas que pululan haciendo declaraciones, entre ellos, claro está, el último premio Nobel. Según uno que escribe en «Le Monde», lo único que pasa es que estamos en un ciclo Kondratiev o Schumpeter (ciclo largo coyuntural) que coincide con un período de transición entre dos ciclos de larga duración (ciclos Braudel). Así que no es para tanto.

Agustín Jiménez.

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