Fernando Jáuregui – Una apariencia de acuerdo


MADRID, 14 (OTR/PRESS)

Tengo para mí que el pragmatismo, que es una de las principales virtudes de Rajoy, ha hecho que acepte lo inevitable tras la cumbre monclovita de este martes: negociar, y luego dar el visto bueno, a los «decretazos» que suponen seguir la regla europea de inyectar dinero público en el sistema financiero para calentar la maltrecha economía.

Y tengo para mí que la astucia, que es una característica de un Zapatero que se crece en las dificultades, ha llevado al líder de la oposición a un terreno relativamente cómodo para el gobierno. Como no podía ser de otra forma.

Qué duda cabe de que a ZP le hubiese gustado que el Partido Popular le hubiese, además, votado favorablemente los Presupuestos Generales del Estado para 2009. Era demasiado pedir, claro. Rajoy tiene su «ala dura», que sin duda verá ya como excesiva su «flaqueza» a la hora de negociar y apoyar las medidas adoptadas por el conjunto de los mandatarios europeos el pasado domingo. Unas medidas que este miércoles se estudiarán y alentarán en el Consejo Europeo que marca el vértice de la presidencia francesa de la Unión. Y unas medidas que, traducidas a la española, se aprobarán presumiblemente el lunes en las Cortes. Con bastante probabilidad, con la anuencia del PP: ¿qué otra cosa puede hacer el partido que capitanea Rajoy? ¿Ponerse enfrente de lo que plantean todos los «grandes» de la UE?

Al término de su rueda de prensa tras el encuentro con Rajoy, Zapatero se acercó a nosotros, los periodistas que habíamos acudido a La Moncloa, para hablarnos de la «extrema gravedad» de la situación el pasado viernes, cuando las bolsas se desplomaron y Sarkozy convocó de urgencia a los líderes de Europa. El optimismo zapateriano sigue, empero, siendo grande, y sabe transmitir una cierta dosis de tranquilidad: cualquiera diría que la reunión del pasado domingo en París ha servido para restablecer una cierta (¿y precaria?) normalidad, hacer subir las bolsas y hasta descender el índice del coste de la vida.

Es obvio que esa conjunción de buenas noticias no se ha debido exclusivamente a las inyecciones de dinero en la banca ni a la intervención de unos poderes públicos que hasta ahora estaban anclados en un liberalismo ahogado en el «laissez faire». Pero ZP tiene razón cuando dice que esa macroreunión parisina, que algunos han tratado de minimizar como una simple «foto», ha cooperado no poco para restablecer la confianza de ahorradores, consumidores y quién sabe también si inversores.

Desde mi punto de vista, hubiese sido muy conveniente, para fortalecer esta confianza, un acuerdo más explícito entre Zapatero y Rajoy, incluyendo el debate de los Presupuestos, que aún admitirían enmiendas de fondo y forma, teniendo en cuenta que las diferencias doctrinales entre socialistas y «populares» no son tan grandes, al fin y al cabo. Pero al menos ha habido una aproximación parcial que evita que ambas partes, que representan a casi veintidós millones de votos, sigan tirándose los trastos a la cabeza.. cuando, a la hora de la verdad, dicen casi lo mismo, si se exceptúan los porcentajes. Curiosa situación, a fe mía: todos, incluso ellos, parecen querer el Gran Consenso, pero razones misteriosas hacen que no pueda ser del todo. Poco dura la alegría en casa del pobre.

Fernando Jáuregui

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