Isaías Lafuente – Ya no hay excusas


MADRID, 14 (OTR/PRESS)

Los gobiernos y los bancos centrales del mundo próspero parecen haberse puesto definitivamente manos a la obra. La catarata de decisiones que han adoptado a lo largo de la última semana demuestra la gravedad de la situación que estamos viviendo; y su radicalidad, el claro mensaje de que las cosas no están ya para aplicar paños calientes.

En lo que nos toca, no ha sido aún suficientemente explicado por qué Europa, paciente del mal generado en el sistema financiero de Estados Unidos, dedicará cuatro veces más de dinero a esta acción de choque que el destinará el Tesoro norteamericano a su plan de rescate. Y ya que vamos a pagar la factura de esta ronda, sería conveniente tener más datos.

El dinero puesto sobre la mesa por los gobiernos se dedicará a la inyección de liquidez, a la adquisición de activos, a proporcionar avales a los bancos y si es preciso – en algunos países ya lo ha sido – a recapitalizar las entidades bancarias, eufemismo que integraremos en nuestra jerga para describir lo que antes, cuando se nacionalizaba mucho menos, llamábamos nacionalizar. Por si esto fuera poco, los bancos centrales han decidido recortar los tipos de interés, hasta el reacio y ortodoxo Trichet, y seguirán inyectando dinero al sistema. Todas las fórmulas persiguen un mismo objetivo que es el desanudar la soga que estaba ahogando el crédito entre los bancos y, de manera derivada, el que éstos concedían a ciudadanos y empresas. Ese era el verdadero problema, según nos contaban los afectados.

Así que si el problema era ese, ya no caben excusas para que la maquinaria no vuelva a funcionar. El mercado interbancario no las tiene para no ajustar rápidamente el precio del Euribor al tipo real del dinero, los bancos no tienen razones para sospechar de sus colegas que, al margen de su grado de solvencia, cuentan ahora con el aval de los estados, las empresas solventes no tienen por qué forzar ajustes en previsión de que la falta de crédito acabe con sus planes de futuro, y los consumidores no verán frustradas sus expectativas de compra porque sus entidades financieras les hayan colgado el cartel de «vuelva usted mañana». Si este plan de choque tiene una virtud evidente, esa es la de haber devuelto la pelota al mercado. Si en estas condiciones el mercado es incapaz de volver a poner en marcha el motor, tendremos que inventar un nuevo superlativo para definir lo que viene después del crack.

Isaías Lafuente.

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