El dilema del terrorista


MADRID, (ABC)

Se llama chantaje y el diccionario no deja resquicio a la duda: “Presión que, mediante amenazas, se ejerce sobre alguien para obligarle a obrar en determinado sentido”.

Hablamos de terroristas. Y el dilema es cómo responder.
En teoría, la respuesta es obvia: una sociedad democrática no puede plegarse a la extorsión y debe mantenerse fiel a los principios, so pena de envilecerse.

En la práctica y a menudo, vemos a los políticos buscar atajos, vericuetos y componendas. Eso si: después de enarbolar con solemnidad los principios y alegando que se trata de “buscar la paz”.

En la escena internacional, la lista de ejemplos es larga y sonrojante. Tenemos países que pagan para rescatar rehenes, naciones que retiran tropas para no irritar a los malvados y gobernantes que sueltan asesinos para evitar que sus cómplices maten a unos inocentes.

Hay otro camino, mucho más duro, pero mucho más digno. En 1976, unos facinerosos secuestraron un avión de Air France y lo llevaron a Entebe, en Uganda. Soltaron a todos los pasajeros, menos a los 38 judíos que iban a bordo y anunciaron que ejecutarían a los cautivos, si Israel no liberaba a 40 terroristas árabes presos en sus cárceles.

Hubo bastantes ciudadanos de bien que se manifestaron a favor del canje. El gobierno de Israel, encabezado por el siempre moderado y dialogante Isaac Rabin, no. Hizo que negociaba, para ganar tiempo y justo cuando se cumplían dos semanas de secuestro, despachó dos aviones cargados de comandos de élite a Uganda.

Los israelíes perdieron a su comandante en los combates, pero rescataron a los rehenes y –lo que es más importante- mantuvieron el tipo.
Salvando las distancias, lo mismo que hizo Margaret Thatcher en 1981, cuando los presos del IRA iniciaron una huelga de hambre exigiendo privilegios de los que gozan en las prisiones españolas los terroristas de ETA desde hace décadas.

Aunque sólo se habla de Bobby Sands, quizá haya que recordar que además de él fallecieron otros nueve terroristas irlandeses. Todos de inanición y que la primera ministra británica claudicase.

Y la pregunta es: ¿Y si ella o Rabin pudieron, porque nosotros no?

ALFONSO ROJO

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Autor

Alfonso Rojo

Alfonso Rojo, director de Periodista Digital, abogado y periodista, trabajó como corresponsal de guerra durante más de tres décadas.

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