Fernando Jáuregui – La semana política que empieza – Grandes desafíos contra el gobierno de ZP


MADRID, 19 (OTR/PRESS)

Confieso que me preocupa que los policías se lancen a la calle pidiendo «Zapatero, dimisión» y aún me preocupa más que los guardias civiles les acompañen, cuando la ley se lo impide. Me parece que los manifestantes del sábado, pertenecientes a los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado -un Estado donde se produce un lento, pero implacable, aumento de la inseguridad ciudadana-, han lanzado un tremendo reto a uno de los ministros más sólidos del gobierno, Alfredo Pérez Rubalcaba.

¿Qué hará el responsable de Interior ante este desafío? ¿Cómo responderá, en primer lugar, el director general de la Policía y de la Guardia Civil, Francisco Javier Velásquez, persona cabal, eficaz y muy discreta, a quien conozco desde hace muchos años, ante este guante lanzado por quienes deberían hacer cumplir la ley y comienzan por incumplir la que a ellos -me refiero, en este caso, solo a los guardias de la Benemérita- se refiere?

Bueno, es uno de los enormes desafíos que aguardan al gobierno de Zapatero en las semanas que vienen: ¿sancionar a cientos de guardias? ¿dejar pasar su talante levantisco? Menudo dilema. Y ahí está, también, el plante previsto de los funcionarios judiciales. Por supuesto, hay que aceptar -apoyarlos o no es patrimonio de cada cual- los movimientos reivindicativos de todos los que se sienten maltratados, pero a mí lo que me inquieta es que estos funcionarios expresan su indignación no por la falta de medios en los juzgados, ni por el atraso secular en los tribunales, ni por una normativa procesal a veces obsoleta; se manifiestan, antes que por todo ello, en solidaridad con una secretaria judicial sancionada por no haber cumplido con su deber. Cierto que ella ha recibido un castigo mucho más duro que su jefe, el juez «despistado» que permitió, en primera instancia, la libertad de un degenerado peligroso que acabó por matar a una niña. Pero eso no anula las culpas de su subordinada. Y, ahora, sus colegas, valga el juego de palabras, se insubordinan, poniendo de manifiesto, de nuevo, el desorden que existe en la justicia española (un desorden que no es de ahora, desde luego, sino, ya digo, secular).

Claro que ninguna de las dos materias inflamables -la rebelión de las fuerzas de Seguridad y de los funcionarios de la Justicia, la ley y el orden-, ni tampoco la apasionante y jurídicamente discutible revisión histórica de nuestro pasado que proclama Garzón, van a ocultar los titulares de preocupación que suscita la crisis económica nacional e internacional. Pero lo cierto es que unas cosas se suman a las otras para crear un panorama tan inquietante que el propio optimista antropológico que habita en La Moncloa ha empezado a utilizar profusamente el calificativo de «gravísimo» para definirlo. Nunca, hasta ahora, habíamos escuchado tan apocalíptica palabra en el siempre tranquilo y mesurado verbo de Zapatero.

La cosa está, reconocía este domingo ZP en una entrevista, «difícil». Tan difícil que ha exigido a sus «barones» que no rechacen los presupuestos en aquellas autonomías donde gobierne el PP, Madrid y la Comunidad valenciana incluidos. Me parece que si espera que los «populares» le paguen con la misma moneda, va listo: Rajoy ya ha pactado con ZP todo lo que se puede pactar. Es decir, la aceptación, este lunes en el Parlamento, de esos decretos-leyes que inyectan dinero en la banca para potenciar el crédito a las pequeñas y medianas empresas, asfixiadas por la falta de liquidez hasta extremos antes nunca conocidos. Pero creo que sus inquietas bases impedirán que Rajoy retire la enmienda a la totalidad a unos Presupuestos Generales del Estado que, en todo caso, nacen ya como papel casi mojado, tan fluida es la situación, tan cambiante, tan inexplicable aun para los más expertos.

No, no le faltan retos al hombre tranquilo que habita en La Moncloa. Y aguarden un poco, que aún faltan los futuros desplantes del catalán Montilla -cada día más distanciado del presidente del gobierno central, su correligionario José Luis Rodríguez Zapatero- y del vasco Ibarretxe, por mucho que el PNV vaya a apoyar, a cambio de sustanciosas contraprestaciones que ya se irán conociendo en su totalidad, los dichosos Presupuestos. Menos mal, uffff, que parece que Bush va a admitir graciosamente al jefe del Ejecutivo español en la próxima «cumbre» mundial para debatir cómo hacer frente globalmente a la crisis que a todos nos atenaza. Siempre es un consuelo estar en la foto con los líderes, no tan grandes en esta era como en el inmediato pasado, pero eso es lo que hay, del mundo.

Fernando Jáuregui.

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