José Cavero – Cómo estar en la primera división


MADRID, 22 (OTR/PRESS)

Todos los presidentes del Gobierno han querido batir alguna marca o récord que su antecesor no logró: el menor porcentaje de parados, el mayor número de ciudadanos empleados, el año de mayor crecimiento de PIB o de menor déficit, o bien colocar su foto en actitud de amistad con el «emperador» de EEUU, lograr el final de la banda ETA…

Situar al propio país entre los más desarrollados es uno de esos objetivos, por el que se han esforzado los últimos jefes del Gobierno español, todos conscientes de que la posición italiana lleva ya muchos años en decadencia y que aún no se tienen en cuenta algunos países emergentes que pronto estarán en ese bloque del Grupo de los Siete, de los Ocho, o de los Diez.

Ahora se pretende reactivar ese bloque de los más industrializados a la hora de echar a andar la gran reforma del sistema capitalista, como consecuencia de la Gran Crisis de 2008, que se ha llevado por delante a unos cuantos bancos, a muchas empresas y ha forzado a poner por delante y como salvaguardia de ese sistema debilitado muchísimos fondos de casi todos los Estados.

Estar entre los más grandes, tener influencia en las decisiones globales, viene siendo obsesión de los inquilinos de la Moncloa. En recientes comparecencias, Zapatero había señalado que nuestra renta per cápita nos había situado por delante de Italia, país miembro del G-8, y que en pocos tiempo podríamos habernos situado por delante de Francia… Y ahora se ha vuelto a plantear esa situación cuando se anuncia la convocatoria de una reunión de los más industrializados de occiente y de los países emergentes con más futuro: China, India, Brasil…

Por si faltara algo, el primer ministro británico, Gordon Brown, había indicado a Zapatero que haría lo posible para que España estuviera en ese bloque de países. El presidente francés, presidente de turno de la Europa Unida, en cambio, dijo en un primer momento que bastaría la presencia de los países europeos que ya integran el G-8, es decir, Alemania, Francia, Gran Bretaña e Italia. Una representación ya muy considerable de los países de la vieja Europa, sin duda. Zapatero se limitò a un «ya veremos», al conocer el «no francés». Luego, escuchada la posición de Rodríguez Zapatro, Sarkozy «resultó sensible», según se ha explicado…

Curiosamente, y al mismo tiempo, el dirigente de la Oposición, Mariano Rajoy, señalaba que sería una lástima que España no estuviera, por derecho propio, en esa reunión de países en que debería nacer «la nueva dirección de la economía mundial». Otros dirigentes del PP ya habían criticado que la política exterior española, y en aprticular sus escasas simpatìas con el presidente Bush, pudieran mantenerlo al margen de esa cumbre futura. ¿Estará España, aportará algo y tendrá algo que decir España en esos trabajos que se anuncian? La segunda cuestión es la importante: que haya algo que aportar…

José Cavero.

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