Carmen Tomás – Da miedo


MADRID, 28 (OTR/PRESS)

La idea de que un gobierno pueda manejar el 15 por ciento de la riqueza nacional de un país, en el caso de España 150.000 millones de euros, pone los pelos como escarpias. Si además lo puede hacer un gobierno con un control escaso del manejo y destino de esos fondos, la cosa se pone mucho peor. Y ya si es un gobierno que en el pasado ha manejado los asuntos empresariales como lo ha hecho el de Rodríguez Zapatero, uno quiere salir corriendo.

Nos vamos enterando por dónde van los reglamentos que darán cuerpo a los decretos de ayudas a la banca. Y no es de recibo. Parece ser que las primeras subastas de compras de activos que se van a hacer no incorporarán la obligatoriedad de que se destinen a dar créditos y que no vamos a saber a qué entidad se le ha comprado, qué y por cuánto. Con estos mimbres es difícil no pensar mal. Si acaba siendo así como se ha filtrado, los fondos no serán ni para lo que se dijo -crédito a familias y empresas- ni se hará de una forma transparente y controlada.

No sé lo que estará haciendo el Partido Popular en este sentido. Montoro asegura que están participando en la redacción de esos reglamentos. Mucho me temo que les quieran engañar y espero que no se dejen por el bien de todos. Ya que hemos tenido que asumir, aunque sea con la nariz tapada, que los gobiernos intervengan de esta forma tan grosera, al menos nos quedaba el consuelo del control máximo del destino del dinero. Alguien tendrá qué explicar, si acaba así el reglamento, para qué se le han comprado activos a las entidades financieras si al final el dinero no va a redundar en la economía real.

Con 806.000 parados más en un año y con las empresas ahogadas por la falta de dinero, vamos a necesitar más que explicaciones de lo que se pretende realmente. Al final, piensa mal y acertarás. Primero el sistema financiero pagará sus deudas con el exterior, que son abultadas y apremiantes. Segundo, darán dinero a los amigos, algunos de los cuales no se sabe cómo están aguantando el tipo a petición del ejecutivo, que no quiere otro gran nombre unido al de suspensión de pagos o quiebra. Y, quizás tercero, llegue algo a la economía de familias y empresas, que era el objetivo único y último.

Carmen Tomás.

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