Carlos Carnicero – La lenta agonía de ETA


MADRID, 28 (OTR/PRESS)

Cada nueva detención de un comando de ETA es un soplo de vida para las personas que hubieran muerto si esta acción policial no se hubiera producido. No hay mejor noticia que unos asesinos potenciales han sido reducidos por la policía.

Ahora, el goteo de detenciones es una cadencia continua hacia el final de la organización terrorista: cada vez tienen más dificultades para reclutar asesinos eficaces y algunos caen en las manos de la policía, como parece ser el caso de varios de los detenidos ayer, sin que hayan tenido ocasión de estrenarse como criminales.

Esta guerra es de desgaste y el final sólo puede ser la victoria. La trama civil del terrorismo es cada vez más débil por el cerco legal al que se le ha sometido; las cárceles observan las divisiones entre los viejos terroristas con años de condena a sus espaldas y los jóvenes que ingresan con largas penas que terminarán por socavar su moral de muerte. El conflicto dentro de la organización está servido: sube de temperatura con el lento pasar del tiempo en la cárcel y en el exilio. En la medida que los terroristas comprueben que no hay salida negociada posible, desistirán.

Hay que felicitar al ministro Alfredo Pérez Rubalcaba por la eficacia con la que está dirigiendo el departamento de Interior y con él a todos los cuerpos y fuerzas de seguridad del estado. Muchos de ellos sumergidos en la investigación del submundo de ETA, infiltrados en su organización, trufando cualquier intento de reactivar nuevos comandos. El escenario es tan idílico en este final del terrorismo que puede conducir a la tentación de pensar que no queda sufrimiento por delante. Pese a la demostrada eficacia policial y a la colaboración internacional, a pesar del clima de entendimiento que existe en este momento entre el Gobierno y la oposición, hay que estar preparados para que aparezca en cualquier momento la sombra de la muerte. El consuelo es que cada vez se estrecha el plazo del final del terrorismo. Estamos asistiendo a la lenta agonía de ETA.

Carlos Carnicero.

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