Antonio Casado – Divorcio consumado


MADRID, 29 (OTR/PRESS)

Rasgado de vestiduras, grandes palabras, ataques de dignidad herida y un debate marginal sobre si Mariano Rajoy se viste por los pies o por la cabeza. No es para hacer tanto ruido en la demarcación política y mediática del PP por cuenta del divorcio de Unión del Pueblo Navarro (UPN). Son ganas de mezclar a Calderón de la Barca en la eterna lucha por el poder. Es la esencia de la política, con su irremediable saldo de beneficios, o daños colaterales, en las aspiraciones de un líder o un partido concretos. Unos ganan, otros pierden. Siempre es así, siempre ha sido así.

Lo ocurrido en Navarra es un lance político donde los haya, pues reúne todos los ingredientes derivados de una determinada relación de fuerzas. A escala nacional y a escala regional. Cuando ambas líneas se cruzan, en vez de discurrir juntas hacia la meta, surge el conflicto. En este caso, el conflicto ha derivado en divorcio. Lo había pedido Miguel Sanz, el presidente de la Comunidad, por mucho que se esfuerce en endosar la ruptura al PP. Lo cierto es que tenía tomada la decisión y a Mariano Rajoy, el líder del PP, no le quedaba otro remedio que tomar nota, darse por enterado y actuar en consecuencia.

Lo de menos eran las sanciones de UPN a Santiago Cervera y a Jaime Ignacio del Burgo, que se mantuvieron fieles a la disciplina del PP y se pasaron por el arco del triunfo la de UPN. Eso sólo fue la excusa para que la secretaria general del PP, Dolores de Cospedal, anunciara este martes la ruptura. Los motivos de Sanz ya estaban fabricados para caminar hacia este desenlace y Rajoy no podía seguir mirando hacia otro lado.

Después de diecisiete años de fecunda colaboración entre ambos partidos, la ruptura va a producir desperfectos en la causa política y electoral de Rajoy como aspirante a la Moncloa. Sobre todo si se acaba confirmando la insinuada posibilidad de que UPN presente candidatura a las elecciones generales en competencia con el PP refundado a escala regional. No es descartable si, por otra parte, se confirma el acercamiento del navarrismo de derechas (UPN) al navarrismo de izquierdas (PSN) a efectos de gobernabilidad y como dique de contención frente a los delirios anexionistas del nacionalismo vasco insertado en el espectro parlamentario de Navarra.

Véase la reacción de Patxi Zabaleta, líder de Nafarroa Bai, al glosar un eventual entendimiento de los socialistas con esta UPN ya despojada del discurso tremendista del PP. «Sería un fallo muy grave», ha declarado Zabaleta. Sobre todo para él, y para el nacionalismo vasco, que se vería obligado a aplazar el sueño de los siete herrialdes y, a más corto plazo, sus pretensiones de influir desde un gobierno «progresista» en alianza con el PSOE. Lo que no pudo ser después de las últimas elecciones autonómicas. Y lo que se ha hecho todavía más difícil con la emancipación de UPN.

Antonio Casado.

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