Andrés Aberasturi – De sillas y mortadelas


MADRID, 7 (OTR/PRESS)

«La decisión no la tomo yo solo; no me parece lógico que España no participe y no me plantea ningún problema que ocupe una de nuestras sillas, pero es Bush quien decide, que es el anfitrión. Los Países Bajos también deberían participar…» Pues seguimos -al menos por ahora- como estábamos tras la reunión informal de los jefes de la UE. El entrecomillado es la respuesta de Sarkozy, en la rueda de prensa posterior, a una pregunta que hablaba de «rumores» sobre la posible asistencia de España a la reunión del G-20 en Washington.

Lo que no se termina de entender es la obsesión del Gobierno por estar en la famosa cumbre que ya no se propone refundar el capitalismo directamente sino algo menos ambicioso: vigilar más de cerca el sistema financiero, como también anunciaba Sarkozy en la misma rueda de prensa: Europa quiere más transparencia, está preocupada, tiene buenos propósitos y quiere coordinación en las políticas económicas (no sólo financieras) de los 27 países de la UE; ah, también, un poco de matute, luchar contra el hambre, la pobreza y el cambio climático.

Pero volviendo al tema de la presencia o no de España, yo insisto en que el Gobierno ha hecho de este asunto una especie de bandera de la dignidad que no entiendo cuando ni la reunión del G-20 ni nuestro país, presente o ausente, tiene mucho que aportar a la situación actual. Mientras los mercados marquen las reglas y los gobiernos solo apaguen los fuegos del capitalismo mal interpretado, se podrán dictar normas, nuevas medidas, lo que ustedes quieran, pero el mundo no cambiará. Esto es lo que hay y por muchos controles que quieran colocarse, los ricos seguirán siendo más o menos ricos pero los pobres dudo mucho que dejen de ser pobres.

Así las cosas, a mí no me preocuparía demasiado estar o no en Washington a no ser por razones estrictamente personales y, en ese caso, ZP lo tiene muy bien: si al final termina yendo, habrá sido un triunfo de la diplomacia española y si no, se demostrará una vez más que Bush nos tiene manía por ser «rojos». No sé que es mejor. Lo que pasa más desapercibido que la famosa silla del G-20 es el asunto del telefonazo: nadie llama a Moncloa y eso, quieras que no, duele. El propio Sarkozy, tan amigo nuestro, dijo que, antes de la reunión informal, había hablado con Bush, Angela Merkel, Gordon Brown, Jean-Claude Juncker, (presidente del Eurogrupo) y hasta con Obama que, a su vez, según se ha sabido, ayer mismo llamaba a no sé cuántos jefes de estado y/o primeros ministros para agradecer sus felicitaciones; y tampoco -ay- estaba ZP en esa primera lista. Que no digo yo que no le vaya a llamar en cuanto tenga un rato, pero… De entrada, no. Y eso que el presidente se declaró -sin duda en un lapsus, «aliado fiel» de EEUU. Aliado, si; lo de fiel… chirría un poco la verdad.

Por lo demás, todo bien salvo para aquellos acostumbrados a recibir jamones por Navidad: que sepan que según el sector de cestas y demás obsequios, se ha notado un considerable número de sustituciones del clásico y noble jamón por la paletilla, tan rica ella, pero más barata. Por deducción, los que recibían paletilla, que se vayan haciendo a la idea de una mortadela con o sin aceituna incrustada. Es la crisis y no creo que el G-20 tenga solución para este asunto de ibérico versus paletilla.

Andrés Aberasturi.

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