Cayetano González – Memoria y dignidad en Lizarza


MADRID, 13 (OTR/PRESS)

En un pequeño pueblo de 602 habitantes de la España de comienzos del siglo XXI, ubicado en la Euskadi que intenta sobrevivir a pesar del gran déficit de libertad que sufre, y más concretamente en la Guipúzcoa de cuyas raíces han brotado tantas personas de bien, junto a un puñado de terroristas y de gente que les apoya, ayer se vivieron unos momentos de gran dignidad ética, moral y democrática.

En Lizarza, gracias a la fortaleza, a la valentía, al coraje cívico de su alcaldesa, Regina Otaola, ayer se tributó un sentido, justo y merecido homenaje a una víctima del terrorismo vecino del pueblo, asesinado por ETA hace ahora treinta años. El dos de octubre de 1978, Ramón Quintero Avila, guardia forestal de ICONA fue asesinado por la banda terrorista por el sólo hecho de trabajar, de servir a su pueblo en un organismo dependiente de la Administración General del Estado.

Ramón Quintero fue una de las sesenta y cinco víctimas inocentes a las que ETA segó la vida aquel fatídico año en el que por otra parte se aprobó la Constitución. Eran los muy bien definidos como «años de plomo», cuando las víctimas eran invisibles; cuando no tenían ningún reconocimiento social; cuando eran enterradas prácticamente con nocturnidad y alevosía y cuando tanto las autoridades como la sociedad en general miraban para otro lado mientras que los familiares de la víctima, en su mayor parte residentes fuera del País Vasco, recogían el cadáver de su ser querido y le daban sepultura en su tierra natal.

Por eso el homenaje de ayer en Lizarza a esta víctima del terrorismo tiene un significado muy especial. Se ha tardado treinta años en recordar su memoria, pero al final se ha hecho. Y se ha llevado a cabo en un pueblo impregnado hasta los tuétanos por la dictadura del terror de ETA y de sus matarifes que sin embargo no contaban con que en las últimas elecciones municipales iba a haber un puñado de mujeres y hombres valientes que encabezados por ese estandarte de la libertad y de la dignidad democrática que es Regina Otaola iban a presentarse bajo las siglas del PP y al ser la única lista que lo hizo, obtener los siete concejales del Ayuntamiento. Aparte de intentar que el orden y la aplicación de la ley volviera a Lizarza mediante la colocación, por ejemplo, de la bandera de España y la del País Vasco en el balcón de la Casa Consistorial, Regina Otaola ha tenido el coraje de desafiar democráticamente ese clima de miedo que domina la vida de muchos ciudadanos en tantas localidades del País Vasco y de las que Lizarza es uno de los ejemplos más paradigmáticos. Decía el otro día una conocida y apreciada colega, muy en el primer plano de la actualidad por mor de un polémico libro que ha escrito sobre la Reina que harían falta cien Garzones en la esfera judicial española. No Pilar, a mi me parece que es mucho más urgente y necesario, cien, doscientas, las que hagan falta, Reginas Otaolas en tantos puntos del País Vasco para intentar recuperar lo más esencial para la persona humana, para las sociedades que quieran vivir con un mínimo de dignidad, que no es otra cosa que la Libertad, con mayúscula.

Cayetano González.

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