MADRID, 12 (OTR/PRESS)
Hasta ayer, en España, las principales imágenes de la crisis económica giraban alrededor de la montaña rusa en la que se han convertido las bolsas, las dramas familiares que aparejan las hipotecas y el desolado panorama de las grúas que penden como horcas sobre edificios en construcción abandonados a su suerte.
La explosión de los trabajadores de Nissan manifestándose airadamente en las calles de Barcelona y las protestas de asalariados de otras empresas en ciudades como Gijón o Algeciras son la otra imagen de la crisis.
Una imagen embargada hasta ahora por los sindicatos tradicionales cuyos dirigentes están haciendo el papelón de su vida actuando como comparsas mudos de un Gobierno que primero negó la crisis y después se la endosó a los banqueros norteamericanos y a la subida del precio del petróleo.
Un papelón por el que tarde o temprano tendrán que pedir disculpas a los trabajadores que son quienes más sufren los efectos de la crisis y la sufren solos ,sin apoyo sindical y padeciendo, también, por cierto, la indiferencia de algunos medios de comunicación más preocupados por la silla de Zapatero en Washington que por el puesto de trabajo de los 1.680 trabajadores de la Nissan.
En los nueve primeros meses del año, 800.000 trabajadores han perdido su empleo y la suma total de parados se acerca a los tres millones. Así las cosas: ¿Recuerda alguien alguna voz de los señores Fidalgo o Méndez discrepando del discurso del señor Zapatero? ¿O enfrentándose a él cuando hace sólo cuatro meses todavía negaba la crisis?¿Recuerda alguien alguna protesta de las cúpulas de los sindicatos ante la extendida y aberrante práctica de jubilaciones anticipadas que llevan a término empresas que no están en pérdidas?
Tengo para mí que el silencio de los dirigentes de los principales sindicatos ante la peor crisis económica que ha padecido España en los últimos veinte años, roza el escándalo. Por decirlo suavemente.
Fermín Bocos.
