José Cavero – Garzón, Bono, Cascos, Barceló…


MADRID, 19 (OTR/PRESS)

El índice o la relación de personajes del momento es, como se ve, amplio y variado. De nuevo, Garzón acapara titulares de primeras páginas y muchas explicaciones y pormenores de su frustrada aventura de querer sentar en el banquillo a Franco y sus colaboradores, los vencedores de la Guerra Civil. Nuevamente un micrófono hace a un político una mala jugada: ya se sabe lo que José Bono opina de algunos de sus correligionarios socialistas, «unos hijos de puta». También trasciende el descontento de Alvarez Cascos con la forma en que la dirección del PP está ejerciendo su tarea. Y, en fin, el artista Barceló y el precio de sus 35 toneladas de pintura arrojadas al techo de la Sala XX del Palacio de Naciones Unidas de Ginebra, en adelante rebautizada como Alianza de las Civilizaciones…

Pero, sobre todo, vence en este combate de protagonistas el juez de la Audiencia, Baltasar Garzón, que finalmente, arroja la toalla y renuncia a su gran Causa General, después de haber comprobado las formidables resistencias que registraban sus intentos. Garzón, urgido por el fiscal Zaragoza a abandonar sus propósitos, los reparte entre los 62 juzgados donde se encuentran las fosas, e insiste en que deben investigarse las desapariciones y sustracciones de niños de aquellos «años de plomo», la Guerra Civil y sus secuelas y víctimas. No hay duda de que la decisión de Garzón suscita, por igual, desánimo y satisfacción. Tiene muchos enemigos, y él lo sabe, y finalmente, «muerde el polvo» en esta iniciativa con la que pretendió dar respuesta a quienes le urgían que empezara por su propio país, cuando se le reprochaban las investigaciones de víctimas y otros desaparecidos en Argentina o en Chile. Eso sí, el juez abandona, tras reconocer que no es competente paras investigar el franquismo, después de intentar abrir 25 fosas, pero sale de la escena atacando al fiscal por no haber amparado suficientemente alas víctimas de la guerra y de la dictadura, y criticando los criterios del ministerio público en materias tan delicadas.

Y deja tras de sí decenas de fosas sin abrirse, esperando la mínima justicia de que quienes las ocupan tengan, alguna vez, el mínimo reconocimiento de unas tumbas dignas… Garzón deja tras de su paso por asunto tan complejo y delicado la sospecha sobre una nueva categoría de desaparecidos: los niños del franquismo, hoy adultos sin su identidad propia…

En el PSOE, mientras tanto, se produce una batalla interna nada despreciable, por razón del homenaje que el PP ha lanzado a la monja Santa Maravillas. En las últimas horas, ha aumentado esa tensión por causa de las declaraciones de José Bono captadas por un micrófono indiscreto -los indiscretos no suelen ser los micrófonos, sino los políticos que parecen ignorar que están captando sus coces, aunque sea a cierta distancia. Pues bien, José Bono no dudó en calificar de hijos de puta a algunos de sus propios correligionarios que se vienen oponiendo a su disposición favorable a colocar una placa conmemorativa a la santa que nació en el antiguo solar que hoy ocupa el Congreso, y que, según han revelado algunos historiadores, se distinguió durante el franquismo.

No es Bono el único que discrepa de sus propios correligionarios. Alvarez Cascos, exministro de Aznar, suele hacer muy escasas incursiones en la política, a partir de su retirada de la vida pública. Ahora ha comparecido en un colegio mayor universitario para hablar, por cierto, de «la política, un viaje de ida y vuelta». Cascos arremetió contra su colega Cospedal por las conflictivas declaraciones contra «los críticos son anónimos cobardes que reman en contra». También discrepa de la opinión de la secretaria general contra el hecho de que muchos diputados ejerzan, además, como abogados.

Conclusión de Cascos: En el PP no se están haciendo bien las cosas. Afinó algo más sus críticas: El PP tiene problemas de proyecto, de equipo y de trabajo… Es decir, toda una enmienda a la totalidad.

Y finalmente, la amplia controversia suscitada por la obra artística que el pintor mallorquín Miquel Barceló ha concluido en Ginebra, y sobre cuya financiación, que se estima en 20 millones de euros, reclama datos el PP. El Rey inauguró esta polémica cúpula ginebrina, y ya ha aparecido la acusación de plagio: los más viajados aseguran que la pintura de Barceló les recuerda mucho a la conocida Cueva de la Flauta de Caña de Pekín. Lo que le faltaba a la controvertida obra de arte elogiada por el Rey ante las setecientas personas asistentes a la inauguración.

José Cavero.

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