Victoria Lafora – La lengua de Bono


MADRID, 19 (OTR/PRESS)

Santa Maravillas no tendrá placa en el Congreso porque a José Bono le pillaron tratando de hacerse el colega con unos diputados del PP, compartiendo comentarios despectivos sobre sus compañeros de escaños. Decir que los parlamentarios del propio partido son unos hijos de puta, porque no te apoyan en tu pretensión de colocar una placa a una Santa, es más grave que una simple broma. Sobre todo si quien lo dice es el Presidente del Congreso propuesto para el cargo por Rodríguez Zapatero.

Precisamente los diputados socialistas, ahora conocidos como «hijos de puta», votaron disciplinadamente su nombramiento pese a los resquemores que su candidatura despertó por su proclividad a losexcesos verbales.

Era más que discutible que la Cámara de la soberanía popular debiera ser ornamentada con la placa conmemorativa de una religiosa ultramontana, por el simple hecho de haber nacido en uno de los edificios que ahora ocupa el Congreso. Con más mérito debería colocarse una imagen del que fue presidente de la II Republica, Manuel Azaña cuyos restos permanecen todavía en el exilio.

Las convicciones religiosas de Bono le han jugado, en esta ocasión, un flaco servicio, porque le han llevado a meter la pata más allá de lo prudente y a tener que rectificar una decisión de la Mesa del Congreso. Pero, como dijo con sorna el diputado Juan Barranco, «lo haría sin conciencia de mal; reza un Ave María y se le perdona todo». Por mucho que los diputados socialistas quisieron quitarle hierro al calificativo de «hijos de puta», las caras en la sesión de control eran más largas que de costumbre y el locuaz presidente del Congreso no escatimó sonrisas hacia las bancadas de los suyos.

En este caso concreto no se le puede recomendar que tenga más cuidado cuando vea una cámara, sino que tenga más cuidado con lo que dice y con lo que apoya, llevado de su fe, porque hay afrentas que en política no se perdonan.

En medio de la polémica por la inhibición de Garzón en el proceso a los crímenes del franquismo y cuando en su auto recuerda al Gobierno la obligación de reparar a los descendientes de las víctimas de la represión y ayudar a la apertura de las fosas, a Bono no se le ocurre otra idea que apoyar la plaquita de marras. Otra vez el país enfrentado por la memoria histórica y Bono con su religiosidad, ajeno a todo. Hay torpezas que no se justifican ni con cuarenta años de militancia en un partido.

Victoria Lafora.

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